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Investigar por teléfono

Naiara Galarraga Gortázar

Algunos ordenadores entienden a quien les habla en inglés, castellano e incluso catalán o gallego. Ahora, un equipo de investigadores pretende que también comprendan el euskera. Para lograrlo es indispensable la colaboración social. Se buscan 5.000 vascoparlantes dispuestos a hacer una llamada telefónica. Es gratuita. Sólo hacen falta unos cinco minutos y un poquito de paciencia. Cada una de las voces, con su particular tono, acentuación, pronunciación y defectos de dicción, si los hay, se irá sumando para construir una especie de enorme diccionario de palabras y números. Cuantas más sean las peculiaridades, mayores serán las entendederas de la computadora. La Universidad del País Vasco, Telefónica y Euskal Irrati Telebista se han aliado en este proyecto con el firme empeño de que el euskera no pierda el tren de las nuevas tecnologías. Este sistema que enseña a los ordenadores a reconocer voces se utiliza ya en ciertas operaciones bancarias telefónicas, en llamadas a cobro revertido o, por ejemplo, en esos teléfonos que desde hace bien poco permiten marcar un número con sólo pronunciarlo en voz alta. Sirve la aportación de cualquier euskaldún. De hecho, los promotores buscan la mayor diversidad posible. Desde el guipuzcoano que suena como batua, al navarro que se habla en el valle del Baztán o el inconfundible euskera que se oye en las calles de Ondarroa y Bermeo. Es un entrenamiento de cara a entender a cualquiera que hable vascuence. Los voluntarios deben marcar el 900 234 234. El rector Pello Salaburu hizo ayer la prueba en vivo y en directo en la presentación de esta investigación. Su primer intento fue exitoso: logró conectar. Por la tarde, el asunto estaba complicado. Comunicaba constantemente. Seis veces intentó comunicar este periódico y en las seis fue imposible. Paciencia. Al otro lado del la línea una voz grabada contestó en euskera al rector. A partir de ahí sólo tuvo que seguir la instrucciones. Es sencillo: sólo debió repetir unos números y frases. A veces la computadora no entiende y hay que repetírselo más despacio de manera clarita. Incluso a Salaburu, miembro de la Academia de la Lengua vasca, le ocurrió unas cuantas veces. La duración depende de la cantidad de repeticiones que sea necesaria, pero en unos cinco minutos el asunto queda concluido. Esta fase de la investigación, la de las llamadas de voluntarios, concluirá el 3 de mayo. Se puede llamar hasta entonces. Como lo que hay al otro lado del hilo es una máquina, es posible hacerlo cualquier día a cualquier hora. Dos equipos de investigadores de la UPV - especializados en Filología Vasca y Electricidad y Electrónica- además del departamento de investigación y desarrollo de Telefónica y locutores del ente público vasco han hecho posible el proyecto. Una vez grabadas todas las llamadas recibidas habrá que procesar toda esa información. El programa capaz de reconocer el euskera estará ultimado, en "año o año y medio", según el representante de Telefónica en la conferencia de prensa celebrada en el campus de Leioa. El producto final se lo quedará Telefónica para ofertar nuevos servicios en euskera. También quedará como base documental para los estudiantes e investigadores de la universidad pública vasca que quieran indagar en la fonética vasca. Aunque comunique, los promotores de la investigación animaron a no desesperarse. Insistieron en que esta investigación es muy importante para la lengua vasca y su futuro. La UPV está empeñada en que sus trabajos sobre reconocimiento de voz vayan más allá del castellano y el inglés. Los voluntarios además de contribuir a la normalización del euskera entran en un sorteo de 200.000 pesetas. Sólo optarán los que lleguen hasta el final. O sea, los que hablen claro, alto y rebosen de paciencia.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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