Hermosa sencillez

Alrededor de medio aforo, aproximadamente mil personas se dieron cita para presenciar la actuación de este quinteto liderado por la carismática cantante y compositora Nina Persson y que lleva camino de convertirse en el producto musical emblemático de la Suecia de los años noventa; algo así como Roxette lo fueron en los ochenta y Abba en los setenta, aunque con un nivel de éxito más razonable. El pretexto de la visita es la promoción tardía de su último elepé, Gran turismo, el disco que les ha catapultado al centro del interés del espectro pop internacional. Sin embargo, los mejores momentos de su carrera han sobrevenido con algunos temas compuestos en los albores de su producción, cosa que se hizo especialmente patente a lo largo del concierto. El quinteto irrumpió en el escenario arropado por una puesta en escena en la que el prodigioso juego de luces hacía prácticamente todo el trabajo decorativo sobre el que se recortaban las siluetas de los componentes del grupo, que, poco a poco, han ido adoptando una actitud más rockista. El sonido, en cambio, no estuvo a la misma altura. La hermosa sencillez lánguida de las melodías del grupo tuvo su único contratiempo estético en los monótonos ritmos que casi siempre conducen al páramo del aburrimiento. Lo mejor fue la voz de la solista, llena de encanto y misterio, y su adorable forma de interpretar las canciones.