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Los regantes del río Segura exigen al Gobierno que controle los vertidos Los agricultores lamentan que los juzgados archiven todas las denuncias. Las depuradoras urbanas no palían la contaminación, según los regantes

Los agricultores de la Vega Baja del Segura que riegan sus campos con el caudal del río, han levantado su voz para exigir al Ministerio de Medio Ambiente un control "real" de los vertidos contaminantes procedentes de núcleos urbanos, industrias y granjas, y aseguran que su única fuente de ingresos pende de un hilo tras la publicación de los análisis que alertan sobre la existencia de metales pesados en suspensión en las aguas que utilizan, aunque reconocen que el líquido que discurre por las acequias es "sospechoso y pestilente".

Son los más interesados en que se resuelva el problema, lamentan que los juzgados archiven una tras otra las denuncias por presuntos delitos ecológicos que se les plantean, hace tiempo que dejaron de creer en las instituciones gobernadas por políticos, y aseguran que la actual baja calidad de las aguas es un problema que se puede solucionar a golpe de voluntades. Atónitos y preocupados, los agricultores de la Vega Baja observan estos días el discurrir del líquido que alimenta sus campos, que tanto valoran pese a su escaso valor según todos los análisis. En plena polémica desatada por los informes emitidos en ese sentido por diversas universidades de Alicante y Murcia, les ha llegado el primer riego del año hidrológico: una tanda de 25 días que está a punto de finalizar. Cada regante, cuando le llega su turno, abre el tablacho y deja correr el agua hacia sus cultivos. Armados con el azadón dirigen el caudal a la base de los árboles o a las hileras de hortalizas, siempre angustiados por la duda sobre el grado de afección para sus limoneros y lechugas. Aunque su preocupación aumenta cuando no dispone de agua y los campos agonizan por la sequía, no puede decirse que se sientan satisfechos de lo que les llega, un líquido "negro como el carbón" que califican de "sospechoso y pestilente". Así al menos piensa Antonio Granero, un agricultor que riega su huerta de Orihuela con el agua proveniente de la acequia Alquibla, uno de tantos acueductos que forman el complejo entramado del sistema tradicional de regadío de las vegas del río Segura en Murcia y Alicante. En esas mismas acequias, que se alimentan directamente del río, se vierten normalmente las aguas sucias de las poblaciones ribereñas y las pequeñas industrias alimentarias y ganaderas que se levantan al paso del Segura. Éste es el principal problema, y que denuncian hasta la saciedad los regantes. José García, que se nutre de la acequia Molina, asegura que "las depuradoras que nos están vendiendo no sirven de nada", ya que las industrias mantienen sus vertidos en las acequias más próximas a los campos. Para él, la solución a la contaminación no es otra que exigir un "control real de los vertidos directos al río, a las acequias y azarbes". Para Antonio Zapata, síndico de la acequia Puertas de Murcia, las industrias conserveras necesitan depuradoras propias y especiales. "Si no se ponen depuradoras en las industrias no se atajará la contaminación en su origen, y el problema tardará en resolverse". Zapata confiesa que está "cansado" de luchar contra la contaminación. "Tengo informes y análisis para apoyar todas las denuncias que hemos tramitado desde hace 10 años, las autoridades de Murcia y Valencia conocen la problemática y se han puesto hasta nueve denuncias en juzgados de Murcia y Orihuela, pero la respuesta siempre ha sido el archivo", detalla. "Por eso", añade, "la preocupación de los agricultores es grande y va en aumento". Postura apática El propio Zapata apunta que la postura de los regantes, "por nuestra forma de ser", es especialmente apática a la hora de reivindicar soluciones al problema, "pero eso no quiere decir que estemos tan ciegos como para no darnos cuenta" de la contaminación en aumento. "El agricultor está tan descorazonado que no cree en las instituciones de ningún tipo ni color, y cada vez participa menos en las manifestaciones", concluyó. Con todo, la polémica actual sobre el grado de contaminación del Segura, con informes técnicos contundentes y declaraciones contradictorias de políticos e instituciones, concentra la atención de los agricultores. Para Antonio Barberá, titular del Juzgado privativo de Aguas de Orihuela, el debate puede perjudicar "a largo plazo" a la comarca de la Vega Baja. "La contaminación se debe resolver, pero que no lancen y difundan cosas que nos pueden dañar más todavía", reclama. Para los regantes, los productos agrícolas de la Vega tienen ya mala fama, y sus vidas dependen de ellos.

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