_
_
_
_
_

El fantasma del islamismo condiciona las elecciones de mañana en Turquía

Ángeles Espinosa

Turquía está viviendo una campaña electoral más sonora que visual. Los altavoces de las caravanas de coches que anuncian a cada candidato que se presenta a las elecciones que se celebran mañana irrumpen sin permiso en hogares y oficinas, hasta el punto de que las autoridades turcas han tenido que prohibir que pasen frente a colegios e instituciones públicas. Mientras, el fantasma del islamismo introduce un factor que favorece la fragmentación del voto, lo que hará más difícil que una mayoría clara salga de las urnas.

El contenido del debate está siendo también más ruidoso que político, mientras el país hace quinielas sobre la coalición de gobierno que saldrá de los comicios. A falta de la fuerza necesaria para vender al electorado las reformas que el país necesita, los partidos turcos que acuden a las urnas buscan quedar lo mejor situados posible ante una inevitable coalición poselectoral.

Tras dos años de inestabilidad parlamentaria, estas elecciones legislativas adelantadas deberían permitir, por fin, la formación de un Gobierno con una mayoría suficiente para afrontar los dos grandes temas pendientes: las reformas estructurales que terminen de impulsar la economía y el problema kurdo.

Sin embargo, el fantasma del islamismo y algunas normas electorales que impiden las coaliciones preelectorales hacen prever que, de nuevo, la fragmentación del voto obligue a hacer equilibrismo al partido ganador.

A pesar de estar prohibidas, las encuestas preelectorales dan como partidos más votados, con un estrecho margen de diferencia, al Partido de la Izquierda Democrática (DSP, en sus siglas turcas) del primer ministro Bulent Ecevit y al Partido de la Virtud (FP), heredero del prohibido Partido del Bienestar, con el que los islamistas llegaron al Gobierno en 1996.

Difícil socio

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Ecevit, que tiene 73 años y ha pasado 42 de ellos en la política, ha logrado, en palabras de un diplomático occidental, "asumir el papel de representante de los intereses del Estado" frente al partidismo imperante. De ahí que se espere que sea él quien encabece la coalición para frenar a los islamistas, pero, descartado el Partido de la Virtud -Ecevit ha declarado que sería su última elección-, la búsqueda de socio no resulta fácil. Con Tansu Çiller salpicada por los escándalos, el Partido de la Recta Vía queda fuera de cuestión. En cuanto al Partido de la Madre Patria del otro gran político laico Mesut Yilmaz, sus votos pueden resultar insuficientes, dada la pérdida de apoyo que ha sufrido en el feudo conservador de Anatolia por la campaña antiislamista que impulsó durante su reciente mandato.

Así las cosas, las quinielas políticas que se cruzan en Ankara hablan de una coalición tripartita con la entrada de algún partido menor. Todo con tal de evitar que los islamistas se sienten en el Consejo de Ministros.

El temor a que el islamismo vuelva a ser la fuerza más votada, como ocurriera en las elecciones de diciembre de 1995, puede haber actuado a favor de esa corriente. Al menos en los comicios municipales, con los que se ha hecho coincidir los legislativos, el esfuerzo de los principales partidos por situar a figuras de relieve como candidatos a las alcaldías de las grandes ciudades corre el riesgo de dividir al electorado y abrir el camino al triunfo de aquellos a los que se quería derrotar.

En cuanto a la guerra contra la rebelión kurda, la agencia turca Anatolia informó de que 20 presuntos militantes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y seis soldados turcos resultaron muertos ayer en enfrentamientos ocurridos en Tunceli, al este de Turquía. La pasada semana, el Ejército turco llevó a cabo una incursión en el norte de Irak y dio muerte, según un comunicado militar, a 44 rebeldes.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_