El drama de un perro
El pasado día de Viernes Santo, 2 de abril, mi perro Pizo se escapó de casa en Villaviciosa de Odón, siendo atropellado a los pocos minutos en la calle Carretas de esta localidad. Los servicios municipales trasladaron al perro a la perrera municipal de Majadahonda. Hasta el Lunes de Pascua, 5 de abril, no recibimos la llamada telefónica (el perro llevaba chip) en la que se nos anunciaba que podíamos pasarnos a recogerlo y que estaba algo magullado. Mi suegro fue a la citada perrera municipal el lunes, encontrándose con un cartel de que ese día no se abría. Mi esposa fue al día siguiente, martes día 6, y después de abonar 10.000 pesetas en concepto de traslado, días de estancia, eutanasia y enterramiento, se encontró con el dantesco espectáculo de que el perro estaba reventado en su interior, con la columna vertebral partida y dividido en dos, ensangrentado, sin dentadura y sin vista.
Le pidieron a mi esposa la autorización para el sacrificio del perro, cosa que hizo de inmediato. Le dijeron que a las 4.30, que llegaba la veterinaria, le pondrían la inyección. Cómo sería la seriedad y profesionalidad que se respiraba en el recinto que mi esposa volvió a esa hora puesto, que no se fiaba de que al perro se le pusiera la inyección con la máxima urgencia. A las 4.30 habló con la veterinaria, que le dijo que el perro llevaba ya rígido una hora cuando ella llegó y que no tuvo que sacrificarle, ya que murió por sí mismo.
Ante la exigencia de una explicación al responsable de este centro por parte de mi esposa, este señor le dijo que eran días festivos..., "solo vienen a este centro los chicos a ponerles agua y comida a los animales"... "La base de datos de donde tenemos que sacar los datos del chip no funciona los festivos" y más milongas todavía más inexplicables. Dijo, asimismo, que ya habían tenido más problemas con la veterinaria y que, por favor, dejase que él mismo le diese una explicación por teléfono. Y añadió que al día siguiente llamaría a casa, sin falta, para cumplir con el compromiso.
Pues bien, tampoco ha llamado a casa este señor. En el fondo, creo que es imposible dar una justificación coherente a un caso de irresponsabilidad y falta de sensibilidad. Pero, eso sí, las paredes de su despacho estaban llenas de titulaciones y reconocimientos. Quiero destacar aquí el empeño de este señor en convencer a mi esposa de que el perro no había sufrido, pese a las condiciones en que lo encontramos.
A este señor tan laureado y encargado (que no responsable) de este centro municipal de Majadahonda no se le ocurrió que necesitan un veterinario de urgencia, que la base de datos no tiene horario de funcionamiento, como es lógico, pero que si hubieran llamado el mismo viernes que fue atropellado el perro yo mismo lo hubiese llevado a un veterinario de urgencia a sacrificarlo.
Sólo me hubiese costado 4.000 pesetas más y le hubiesen ahorrado al animal cuatro días de agonía sin sentido.- .
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