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EL FIN DE UN GUETO

El poblado de La Celsa será derribado, y sus 500 habitantes, realojados en pisos

Uno de los capítulos más largos de la historia marginal de Madrid está a punto de cerrarse. El poblado de La Celsa, creado hace más de 40 años junto al barrio del Pozo del Tío Raimundo (Puente de Vallecas) y convertido en uno de los hipermercados de la droga de la capital, será pasto de la piqueta antes de que transcurran 12 meses. El Consejo de Gobierno de la Comunidad aprobó ayer desmantelar este gueto y realojar a las 95 familias (unas 500 personas) que lo habitan en pisos distribuidos por toda la región. Aquellas cuyos ingresos superen el baremo exigido para beneficiarse de una vivienda social serán desahuciadas.El proyecto de realojamiento y derribo cuenta con un presupuesto de 1.000 millones de pesetas. Antes de 15 días, la Consejería de Obras Públicas debe tener listo el plan para comenzar con las demoliciones. El presidente de la Comunidad, Alberto Ruiz-Gallardón, del PP, explicó que había tomado esta decisión porque "se ha demostrado que el mantenimiento de poblados marginales es incompatible con la integración social". Según Ruiz-Gallardón, mientras el PP gobierne la región, "no volverán a levantarse [con dinero público] guetos de marginación como éste".

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La Rosilla, de precedente

Las 95 casas de hormigón con aspecto de búnker que forman el actual poblado de La Celsa se entregaron en diciembre de 1995 a familias chabolistas gitanas que vivían en chabolas y a las que les habían prometido una vivienda digna para 1988.

Las obras de este campamento sobre el que ahora caerá la piqueta costaron a las arcas públicas 900 millones de pesetas, 200 más de lo previsto, después de un parón de dos años. La parálisis fue provocada por una suspensión de pagos y las trifulcas entre los responsables de la operación, el gobierno municipal de Madrid, del PP, y el Ejecutivo regional, entonces en manos del PSOE. Una vez superadas las diferencias, los chabolistas fueron alojados en las casas prefabricadas. Corría diciembre 1995 y el PP acababa de ocupar el poder regional. Ayer, más de tres años después, Ruiz-Gallardón, mostró un claro cambio de opinión: calificó estas viviendas de "chabolas sin goteras" y señaló que sólo tienen sentido "en casos de urgencia y catástrofe, como inundaciones o grandes desgracias".

De hecho, aunque el realojamiento mejoró las condiciones de vida de los moradores del barrio (les dotó de agua corriente, retrete y un cobijo sólido), no acabó con un problema ya entonces muy grave: la venta de droga. Y así, el desmantelamiento del poblado de Los Focos (San Blas), en el verano de 1997, incrementó el papelineo en La Celsa, y con, ello las protestas de los vecinos del Pozo del Tío Raimundo. PASA A LA PÁGINA 4

La Comunidad construirá un centro educativo en el solar que ocupa ahora La Celsa

VIENE DE LA PÁGINA 1En el terreno que ahora ocupa la barriada, propiedad de la Comunidad, ésta construirá equipamientos educativos, aunque ayer el presidente regional rehusó concretar de qué tipo.

El PSOE ve con buenos ojos el desmantelamiento de La Celsa, pero le pone pegas. El concejal y portavoz socialista en Puente de Vallecas, Rafael Merino, afirmó que las asociaciones vecinales no se oponen a los realojamientos, pero sí a que se hagan sin "asistencia social". "No se les puede dar sólo unos pisos a estas personas sin facilitarles el acceso a un trabajo digno y una cobertura social, así como educación y asistencia sanitaria", añadió.

El concejal de IU Julián Rebollo reclamó que, además de La Celsa y La Rosilla, también se desmantele el poblado de realojamiento de Las Mimbreras, en Latina, lo que sería responsabilidad del Ayuntamiento, no de la Comunidad. En este asentamiento viven 122 familias a tres kilómetros del vecindario más cercano.

Por su parte, Prisciliano Castro, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM), calificó ayer como "una gran noticia" el anuncio del derribo de La Celsa. Recordó que la FRAVM pidió los desmantelamientos hace un año e insistió en la necesidad de tomar medidas similares en los otros seis poblados de realojamiento similares de la capital.

"Es importante para la ciudad la desaparición de estos guetos, que se convierten en focos de tensión vecinal, venta de drogas y marginación, por lo que hay que acabar con ellos de forma paulatina", señaló Castro. También dijo que el derribo de La Celsa es un avance en la solución de los problemas que generan estos poblados segregados destinados a alojar chabolistas.

El presidente de la asociación de vecinos del Pozo del Tío Raimundo, Agustín Zamora, mostró también su satisfacción. No obstante, pidió que las declaraciones del presidente se concreten "en un compromiso con plazos y fórmulas para hacer realidad la actuación". A este dirigente vecinal le parece "lógico" que Ruiz-Gallardón aproveche el actual momento preelectoral para anunciar sus actuaciones. "Lo importante es que sus palabras se plasmen en hechos", reflexionó.

Ruiz-Gallardón negó ayer que esta operación tenga fines electorales. Aseguró que se sentía "muy orgulloso" de la política de realojos emprendida por su Gobierno y que el plan para La Celsa es sólo uno más.

Los poblados de realojamiento en casas bajas se concibieron como una alternativa para familias chabolistas que no querían vivir en un bloque de pisos por costumbre o porque se dedicaban al chatarreo. Pero los planes para su construcción sufrieron sucesivos retrasos institucionales (por ejemplo, a los habitantes de La Celsa se les prometieron pisos para 1988) y la droga entró en estos asentamientos.

A partir de ahí se inició un círculo vicioso: la venta de droga generaba el rechazo vecinal a la construcción de nuevos campamentos, con lo que éstos acababan levantándose en descampados. Y a mayor aislamiento, el barrio se convertía cada vez más en un gueto. La consecuencia era que los planes de integración se quedaban en vía muerta.

El presidente regional anunció ayer, además, que invertirá 1.647 millones de pesetas en la rehabilitación de un grupo de viviendas del Puente de Vallecas. Los residentes en estos pisos acusaban a las obras del metro de la línea 1 de ser las causantes de las grietas. Sin embargo, Ruiz-Gallardón rechazó que los trabajos del metro sean los causantes de los desperfectos.

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