Literatura en la coctelera
"Cogió la copa de cóctel. Sus uñas, rojas, brillantes y muy cuidadas, parecían haber encontrado su destino natural". Una escena de alcoba, de Pedro Zarraluki, es uno de los 29 textos que, agrupados en un libro bajo el título 29 dry martinis (That"s the limit!), han escrito otros tantos autores con un punto de partida común: que apareciera en la narración el célebre cóctel. Entre los que se han apuntado a tan singular iniciativa literaria figuran Eduardo Mendoza, Maruja Torres, Enrique Vila-Matas, Francisco Casavella, Ramón de España, Joan Barril, Margarita Rivière, Bigas Luna, El Gran Wyoming, Leopoldo Pomés, Mariángel Alcázar, Màrius Carol y Josep Sandoval. Heterogéneo cartel, sí. Pero ya se sabe que en las barras se hacen extrañas compañías. El responsable de la idea, el barman del asunto por así decirlo, ha sido el conocido empresario de hostelería barcelonés Javier de las Muelas. Los textos del libro son muy variados en extensión, argumento -la gran mayoría son relatos- y calidad. Bigas Luna fantasea -y esto no asombrará a nadie- con la idea de que los pechos femeninos estuvieran llenos de dry martini. Maruja Torres rememora los dry martini del Waldorf Astoria y ofrece esta definición del rey de los cócteles: "Una carta de amor que la ginebra y yo le escribimos a la vida". Ramón de España narra la historia de una grotesca y destructiva obsesión protagonizada por un dentista (¿un guiño a De las Muelas?). Por su parte, Mercedes Abad añade unas gotitas de orina a su dry martini... En fin, cada uno hace el cóctel a su manera. "Hace tiempo que tenía en la cabeza esta idea de agrupar escritores en un conjunto de relatos en que apareciera el dry martini", señaló ayer Javier de las Muelas al presentar el libro -editado por Edhasa- en un acto en el bar Dry Martini que contó con la presencia de una buena representación de los autores. Instalado detrás de la barra, De las Muelas explicó que Mendoza tuvo mucho que ver con que la cosa prosperase, apuntó que el libro se ha hecho "con poco dinero, con el cariñete de la gente", y anunció ya un segundo volumen con colaboraciones internacionales. Avanzó que el libro se promocionará por Sant Jordi con dry martinis en vez de rosas, lo que sin duda lo hará muy popular. Se refirió luego a la "lírica del dry martini" y, repentinamente inspirado, sentenció: "Esta barra es un altar. Los bares son catedrales. Este bar es el Vaticano", mientras varios de los autores ponían cara de circunstancias, miraban al techo o sorbían muy pertinentemente sus dry martini (los de verdad, no los de papel).
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