Música para la guerra y la paz

Durante el mes de abril, la Sinfónica de RTVE, en colaboración con la Fundación March, celebra un ciclo sobre La paz y la guerra en el arte y en la música, con conferencias, música de cámara y conciertos sinfónicos. El primero, dirigido por Enrique García Asensio, se celebró ayer, viernes, en el Monumental. Si no hubo demasiada asistencia, sí reinó un clima de interés y adhesión a la idea y su realización.Benjamín Britten, en su Sinfonía de réquiem, de 1940, hace abstracción en sus tres tiempos, que se suceden sin interrupción, del espíritu religioso propio de Lacrymosa, Dies irae y Requiem a eternam. La fuerza expresiva de las primeras secciones alcanza un clímax de violencia y máximo dramatismo en el Dies irae, antes de que la música se torne infinitamente serena y concentrada en el más bello momento de la partitura: el Requiem a eternam, con un tema principal tan bello como idea, así como por el tratamiento protagonista de las flautas.

Cristóbal Halffter, en su Réquiem por la libertad imaginada, sigue también el camino de las abstracciones a lo largo de una página bien pensada y escrita, una continuidad tan atractiva de sonoridades como incisiva por su tristeza. En 1972, el compositor madrileño inicia con gran brillantez un compromiso humanístico más que concretamente político. La obra, estrenada en dicho año por la Orquesta Nacional, dirigida por Frühbeck en Italia y España, es preludio claro de toda una producción posterior en la misma línea; tal el Planto por las víctimas de la violencia o Las elegías a la muerte de tres poetas españoles, sobre García Lorca, Antonio Machado y Miguel Hernández. Una vez más, Joaquín Rodrigo sirve en 1968 el encargo que le hiciera Radio Nacional, con una serie de líricas miradas a nuestros viejos tiempos renacentistas. Cantos de amor y de guerra, para soprano y orquesta, nos conduce desde el célebre Paseábase el rey moro por la ciudad de Granada hasta el vivaz y timpante Pastorcito, tú que has vuelto. Pero Rodrigo más bien reinventa el pasado a través de su personal lenguaje vocal e instrumental. Cantó muy bien los cinco poemas la soprano Teresa Novoa, de tan bella voz como limpio estilo.

También por encargo de RNE compuso Leonardo Balada su Sinfonía en negro. El pensamiento y los procedimientos del músico barcelonés son plenamente modernos y están matizados por cierta influencia americana bien lógica, pues el autor de la ópera Cristóbal Colón reside y enseña en Estados Unidos desde hace más de cuatro décadas. En este caso, la Sinfonía en negro constituye un homenaje a Martin Lutero King. Música directa e impactante, bien estructurada y de contenido dramático, fue tan aplaudida como su autor, que saludó repetidas veces desde el estrado. Auténticos héroes de la jornada, el maestro García Asensio y la Sinfónica de RTVE llevaron a cabo un trabajo de gran calidad en todas sus exposiciones, siempre claras y de extraordinario vigor.