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GUERRA EN YUGOSLAVIA LOS BOMBARDEOS

El Pentágono había advertido a Clinton sobre la ineficacia de una campaña aérea

"Escalada" era la fórmula empleada ayer en Washington para aludir a la guerra de Kosovo. La palabra, que recuerda la paulatina caída de EE UU en la trampa de Vietnam, fue aplicada al envío a Albania de nuevos refuerzos: 24 helicópteros Apache, 2.000 soldados y un sistema de lanzamiento de misiles. Pero a ese sentido técnico se añadía el político: creciente implicación en un conflicto en el que no están claros los resultados obtenidos, los fines perseguidos y las fórmulas para salir del atolladero si el rival no se rinde. El Pentágono expresó a Bill Clinton sus dudas sobre la eficacia de los bombardeos.

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Bill Clinton no puede decir que el Pentágono no se lo había advertido. Según informó ayer The Washington Post, la Junta de Jefes de Estado Mayor, constituida por los cuatro principales generales de EEUU, expresó al presidente, en las semanas previas al comienzo de las hostilidades, sus dudas sobre la estrategia de la Casa Blanca respecto a Kosovo. En concreto, le dijeron que una campaña de bombardeos contra Yugoslavia sería insuficiente para conseguir los fines políticos expresados por la Casa Blanca: la pacificación de Kosovo.Los generales, según la información del diario, sugirieron a Clinton que EE UU y sus aliados de la OTAN deberían usar más instrumentos políticos y económicos contra Yugoslavia -desde reforzar el embargo a acusar a Milosevic de crímenes de guerra ante el tribunal internacional sobre Bosnia-, antes de emprender una campaña de castigo aéreo. También se quejaron de que la Casa Blanca carece de una visión a largo plazo para los Balcanes y expresaron reservas sobre si los intereses nacionales de EEUU en la zona son tan importantes como para merecer un conflicto militar.

Liderada por el general Henry Shelton, jefe del Estado Mayor, la cúpula militar norteamericana rechazó la teoría del dominó defendida por la secretaria de Estado, Madeleine Albright. Según esa teoría, que también fue usada para justificar la escalada en Vietnam, la pasividad en Kosovo terminaría provocando una desestabilización general en los Balcanes muy grave para los intereses de EE UU en el Viejo Continente.

La filtración de esas informaciones fue interpretada en Washington como un intento del Pentágono de desmarcarse ante la opinión pública de lo que puede terminar con el siguiente dilema: dar por terminada la campaña aérea aun a sabiendas de que no ha conseguido sus objetivos o proseguir la escalada con el envío masivo de fuerzas terrestres.

Con un avión invisible F-117 abatido por un misil yugoslavo y tres soldados capturados por las fuerzas de Milosevic, EE UU, el que más medios y personal pone en juego, es, hasta ahora, el país que ha pagado un mayor precio por la Operación Fuerza Aliada. Su opinión pública sigue apoyando por muy estrecho margen el bombardeo, pero expresando por una diferencia mucho mayor su oposición al envío de fuerzas terrestres. El viejo síndrome de Vietnam, refrescado en esta década por la muerte de 18 de sus soldados en Somalia, pesa mucho en la superpotencia."Prefiero estar aquí respondiendo a estas preguntas, que verme en el mismo lugar con ustedes preguntándome por qué hemos permitido esos asesinatos sin haber levantado un dedo", subrayó ayer Clinton, en referencia a las críticas que está recibiendo la Casa Blanca por el planteamiento de la acción contra Yugoslavia. Clinton insistió en que respaldar la intervención de la OTAN "era la mejor alternativa posible", aunque reconoció que hay muchas preguntas legítimas sobre la operación militar y dijo: "No tengo todas las respuestas".

Para atajar los crecientes temores, William Cohen negó ayer que el envío de los helicópteros Apache sea un paso previo a la implicación en el conflicto de fuerzas terrestres de la OTAN. La campaña, dijo el secretario de Defensa, seguirá siendo aérea.

Pero los jefes del Pentágono, en conversaciones con periodistas en las que piden no ser citados, reconocen que el bombardeo no está dando resultado. Lo atribuyen no sólo al mal tiempo, sino a la habilidad yugoslava y a la necesidad de conducir una campaña militar con el consenso de los 19 miembros de la OTAN. Aunque no lo desean, expresan su convicción de que la misión sólo puede ser completada con tropas terrestres. Si Clinton, en contra de la promesa que hizo al pueblo norteamericano, así lo decide, los militares le dicen que la OTAN debe prepararse para despachar entre 100.000 y 200.000 soldados.

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