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Reportaje:

Un pueblo 100% euskaldún

Ocurrió hace apenas quince días. La joven veterinaria sustituta tuvo que buscarse un improvisado intérprete. El baserritarra al que quería ayudar no sabía ni palabra de castellano. No es el único. En Arantza (Navarra) viven algunos de los últimos euskaldunes monolingües. Y es que los 709 vecinos de este bello pueblo de las Cinco Villas-Bortziriak del Bidasoa, situado al final de un bucólico valle ajeno al influjo exterior, son euskaldunes. Los habitantes de Arantza (Aranaz, en su acepción castellana) hacen su vida en lengua vasca, la suya, la de sus antepasados siglos atrás. En ella estudian los 54 alumnos del colegio público, se hacen desde siempre los plenos municipales puesto que todos, atiende el médico a sus pacientes, el cura a sus feligreses, se come y bebe en sus exquisitos restaurantes y bares, y se despacha en los comercios y bancos. En euskera, en definitiva, se atiende a todos y en todos lados puesto que nadie usa el castellano como lengua para expresarse. "Hace cuatro años Arantza ingresó en UEMA, una comunidad en la que ya estamos 32 municipios de Euskal Herria [cuatro de ellos navarros] que nos comprometemos a funcionar en la vida municipal íntegramente en euskera", señala el alcalde, José Ramón Amorós, de 40 años, profesor en las escuelas públicas, casado, padre de dos hijas. Pertenece a la candidatura popular ganadora de las pasadas elecciones, Arantzaren Alde. Junto a una mayoría nacionalista, hay quien vota a fuerzas constitucionalistas. La Korrika"11 homenajeó días atrás a los habitantes de Arantza por ser un ejemplo en el cuidado del euskera y su uso en todos los ámbitos de la vida. "El pueblo es euskaldún por naturaleza. ¡Bastante más se esfuerzan los euskaldunberris de las ciudades!", bromea el primer edil. En el casco urbano, dónde sólo vive la mitad de la población, se ve un único rótulo en castellano, el de una peluquería. El resto de los vecinos reside diseminado por más de cien caseríos. "La situación geográfica de Arantza ha sido determinante", reconoce Amorós. "Hay una única carretera que acaba aquí. Siempre hemos sido un pueblo rural, nunca hubo cuartelillo, aunque de vez en cuando llega hasta aquí el jeep de la Guardia Civil y se toman un café tranquilamente. Ni siquiera hemos tenido una industria. De modo que la influencia idiomática de la inmigración ha sido mínima: antes, el maestro y el médico. Ahora ya no, y gracias a ello seguimos hablando un euskera no contaminado". En los pasillos del colegio cuelgan carteles oficiales en castellano y vascuence. Los saludos, las bromas, todo se hace en lengua vasca. Pero todos los alumnos dominan el castellano. "No tienen ningún problema", indica una vecina. "Cuando llegan al instituto, a Bera, ya escriben y hablan en los dos idiomas". En 1983, al ir a implantar la educación bilingüe, ocurrió algo curioso. "Los más viejos insistían en que lo que hacía falta era... ¡aprender castellano! Decían: ¿adónde vais a ir con el euskera?", recuerda el alcalde. Afirma que los jóvenes -hay 150 menores de 30 años- han recuperado el orgullo por el euskera. Cuando el Gobierno navarro incumple la ley del Vascuence y envía documentos sólo en castellano, Aran-tza los devuelve. "Es un gesto simbólico. No paralizamos nuestra actividad, pero el actual Gobierno se salta a la torera nuestro derecho a recibir toda la documentación en euskera y castellano".

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