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Científicos andaluces experimentan una fresa transgénica de larga vida

De un gen depende que los freseros de Huelva puedan ganar mercados: la rápida maduración del fruto una vez cortado es un freno a la exportación a países remotos. Conscientes de este contratiempo, un puñado de investigadores andaluces se embarcaron hace un año en un proyecto europeo para hallar el gen que retrase el ablandamiento de la fresa. Ya se han obtenido los primeros resultados. Una fresa transgénica que aún está en fase experimental, pero que puede derribar los límites de comercialización.

Victoriano Valpuesta, profesor de la Universidad de Málaga y coordinador del proyecto en el que participan nueve grupos de toda Europa, prefiere ser cauto. "Quedan muchos años de trabajo por delante porque ahora hay que ver si funciona en el campo", aclara. A la fresa en cuestión se le ha introducido un gen propio, pero en sentido inverso, a fin de que el fruto reciba una contraorden genética. En esa tarea han participado expertos en biología vegetal de las universidades de Córboba y Málaga. Los primeros aislaron el gen y los otros lo inocularon. En el proyecto -que tiene una duración de cuatro años y una dotación de 200 millones de pesetas- intervienen también una universidad italiana, otra sueca, un centro de investigación de la Junta, una empresa de Huelva, otra francesa y varias del Reino Unido. La iniciativa tiene que superar dos grandes escollos. Los científicos y los legislativos, ya que el fruto manipulado genéticamente debe obtener la aprobación de la Comisión Nacional de Plantas Transgénicas. "Para que se le puedan dar respuestas a los agricultores faltan aún cuatro o cinco años, porque hay que experimentar con otros genes y con combinaciones de ellos", precisa Fernando Pliego, biólogo de la universidad malagueña. Empresas californianas La compra de estolones (plantas madres) a empresas californianas supone para los freseros andaluces importantes desembolsos en royalties. Pliego desconoce si una fresa transgénica andaluza sería más barata, pero cree positivo "que esos beneficios en vez de llevárselos una empresa extranjera vayan a parar a una firma española que ofrezca un producto adaptado a nuestras condiciones". En el proyecto sólo participa una sociedad española. Valpuesta intuye que el hecho de que la Unión Europea sólo subvencione el 50% de la inversión privada, frente al 100% que se concede a las universidades ha podido desalentar una mayor implicación empresarial en la iniciativa. "Desde el punto de vista social es una pena que no haya habido más participación de empresas nacionales", se queja el coordinador del proyecto. Las primeras fresas transgénicas serán probadas este año en invernadero y el próximo, en el campo. Se trata de comprobar que se haya conseguido retardar su ablandamiento sin que se hayan perdido el resto de las características del fruto. En los meses venideros los científicos malagueños deberán introducir un segundo gen, el que ha aislado la Universidad de Padua. Queda mucho trabajo por delante. Por eso, los biólogos involucrados en el proyecto, aunque satisfechos con los resultados cosechados hasta ahora, prefieren la cautela al triunfalismo.

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