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Reportaje:

Los "penitentes" de Pujol

Francesc Valls

Media docena de consejeros del Gobierno de Jordi Pujol viven en cuaresma desde adviento. Mal vistos en el partido y castigados por la oposición, pero mantenidos contra viento y marea -incluso alguno de ellos contra su voluntad- por el presidente de la Generalitat, estos penitentes de Pujol arrastran su particular cruz desde finales del año pasado y les queda mucho calvario por delante, hasta el próximo otoño. En noviembre de 1998, la cúpula del partido presionó para que el presidente de la Generalitat procediera a una renovación del Consell Executiu. Pujol había prestado oídos a todas las propuestas que salían de los cuarteles generales de CDC en la calle de València. "La cosa estaba bastante decidida", asegura un alto cargo del partido. Pero al final, nada de nada. El presidente de la Generalitat hizo caso al partido a la hora de agotar la legislatura, ha seguido hasta el momento el guión de la Declaración de Barcelona con sus planteamientos soberanistas, pero de cambio de consejeros, nada. Y cuanto más se acerque la fecha de las elecciones, menos posibilidades habrá de cambio, añaden fuentes de la coalición. Pujol aguantará con el mismo Gabinete hasta que lleguen las autonómicas, coinciden en señalar desde diversas instancias del partido y del Consell Executiu. Como ha sucedido en otras ocasiones, los rumores sobre de la inminencia de un cambio de Gobierno, a finales del año pasado, desbarataron los planes del partido y de algún consejero que quería dar carpetazo a su carrera gubernamental. Así, el democristiano Ignasi Farreres, consejero de Trabajo, no ha podido concurrir como miembro de UDC a la lista de las europeas como quería. Tampoco se ha acometido el relevo en los departamentos más tocados: Industria, Comercio y Turismo, Cultura, Agricultura, Bienestar Social y Enseñanza. Industria arrastra la desaparición de expedientes sobre supuesta corrupción en el Consorcio de Promoción Turística de Cataluña en épocas anteriores a las del actual consejero, Antoni Subirà, que ha sobrevivido a tres reprobaciones parlamentarias. A Cultura, con Joan Maria Pujals al frente, le aprieta el pie de una ley del catalán con un desarrollo que ha provocado más temporales que una galerna. Pujals, además, es objeto de odios cartagineses en el partido y, a no ser que el propio Pujol intervenga, su puesto en las listas de CiU está más que negro. Otra penitencia es la de Agricultura. Xavier Marimon tuvo su cruz con los incendios forestales y ahora con la rebelión ganadera por el precio de la carne de porcino. Al consejero no le queda más remedio que las rogativas para que la lluvia barra la amenaza de incendios forestales este verano. Bienestar Social es una fortaleza inexpugnable de Antoni Comas. Desafió al mismísimo Pujol cuando, hace años, el presidente de la Generalitat quiso hacer desaparecer su consejería. En esta legislatura ha vivido cuatro correctivos en forma de reprobación. En la última interpelación, era el único consejero sentado en los bancos del Gobierno. Otro caso es el de Enseñanza. El democristiano Xavier Hernández veía como la reforma de la enseñanza abría grietas bajo sus pies. Pero el reciente debate en el Parlament ha puesto de relieve la buena salud de Xavier Hernández comparada con la endeblez de la oposición. Las 30.000 plazas de preescolar que se sacó de la chistera le han dado un valioso balón de oxígeno. Así que quienes querían ver caras nuevas deberán esperar a la próxima temporada, en caso de victoria electoral. En el partido querían más consejeros jóvenes y libres de pecado. Con ello, daban carpetazo a una gestión polémica y, además, desactivaban uno de los argumentos de Pasqual Maragall, quien presenta su juventud como argumento de campaña frente a la edad de Pujol. En CDC, eran partidarios, en esa misma línea de renovación, de que el presidente de la Generalitat ungiera a su sucesor. Tímidas señales hay: por ejemplo, Artur Mas recibió anteayer en el aeropuerto a Lucien Bouchard, el primer ministro de Quebec. Pero Pujol, como Felipe González, forma parte de esos líderes poco amigos de segundos claros. Por ahora, capirotes, comitiva y penitentes siguen a la espera de lo que decida el gran cofrade.

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