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Un secuestrador contrató a dos magrebíes para construir el 'zulo' en el que Feliu estuvo 492 días

Miquel Noguer

Meses antes del secuestro de Maria Àngels Feliu, Ramon Ullastre, propietario de la casa de Sant Pere de Torelló donde estaba el zulo en el que encerraron a la farmacéutica y detenido por la Guardia Civil junto con su esposa y dos personas más, contrató a dos ciudadanos marroquíes para hacer obras. Les explicó que quería ampliar lo que entonces era un gran subterráneo pero no les dijo para qué. Uno de los dos obreros habló ayer con EL PAÍS pidiendo no hacer público su nombre por su precaria situación laboral y por miedo a Ullastre.

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El trabajador marroquí explicó ayer que lo único que les pidió Ullastre fue que excavaran en la pared del fondo. "Nos dijo que excaváramos en la pared un hueco de unos cuatro metros de profundidad", explica. La obra fue muy rápida. Tres días bastaron para excavar lo que acabó siendo una pequeña gruta de unos cuatro metros de profundidad por un metro y medio de ancho. Esta persona no ha podido aportar ningún dato sobre la altura del hueco, pero asegura que el zulo tenía un techo más bien bajo.Las paredes de la gruta eran muy húmedas, hasta el punto de que en el muro del fondo había pequeñas filtraciones de agua. Este dato coincide con la descripción que hizo Maria Àngels Feliu del habitáculo en el que estuvo recluida: un lugar extremadamente húmedo que en una ocasión se inundó, por lo que los secuestradores debieron trasladarla unas horas a otra dependencia contigua. Los vecinos afirman que por la calle discurre un río subterráneo que les da problemas de humedades. Todas las paredes de la gruta eran de tierra y casi no tenían rocas.

Con pico y pala

Los dos ciudadanos marroquíes que trabajaron en casa de Ramon Ullastre excavaron sin demasiados medios, con pico y pala, lo que a ratos dificultó su trabajo. Aun así, la blandura de la tierra que escarbaban facilitó que en pocas horas pudieran hacer un hueco más que considerable.En el Ayuntamiento de Sant Pere de Torelló nadie quiso responder ayer si Ramon Ullastre pidió permiso de obras para hacer este movimiento de tierras en su subterráneo. "El arquitecto municipal no vendrá hasta la semana que viene y yo no puedo responder ninguna pregunta sobre ese punto", respondió ayer por la tarde el alcalde de Sant Pere de Torelló, Ramon Vaqué.

La arena y las piedras que los dos trabajadores sacaron del agujero fueron depositadas en el subterráneo de la casa de Ullastre. Ellos no se encargaron de sacarlas y no saben quién lo hizo. "Al tercer día nos dijo [Ullastre] que ya podíamos parar de excavar y nos fuimos", asegura el trabajador. Al acabar la obra, Ramon Ullastre les pagó lo que habían acordado y en ningún momento les explicó más. Los dos obreros tampoco preguntaron, pero sí notaron algo raro al otro lado del subterráneo: "Vimos que en la pared contigua a la que estábamos excavando había marcas de bala y ya no nos extrañó nada", explica unos de ellos.

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Ayer a mediodía, el trabajador entrevistado por este diario aún no había hablado con ningún policía. "No tengo por qué hacerlo, yo no he hecho nada malo", explicaba. Aun así, se mostró muy cauteloso durante la entrevista y no dudó en contestar con un "no sé" cuando se le preguntó por los detalles más técnicos de la obra: "Ha pasado mucho tiempo y cuando eso ocurrió hacía poco que yo había llegado de mi país".

Este ciudadano marroquí no recuerda cuánto le pagó Ullastre, aunque fuentes próximas a él dicen que no cobró más de 6.000 pesetas por día trabajado. El hombre tampoco sabe dónde está actualmente el otro trabajador que participó en la excavación.

El magrebí ha hablado del carácter de Ramon Ullastre, a quien conoció poco antes de realizar la obra. "Es un racista y la tenía tomada con nosotros", asegura en referencia a la comunidad magrebí. Ullastre fue durante un tiempo vigilante nocturno de Sant Pere de Torelló por deseo expreso del alcalde, Ramon Vaqué. Durante su ruta nocturna era habitual que se enfrentara verbalmente con miembros de la comunidad magrebí de Sant Pere de Torelló, bastante numerosa. "Siempre nos pedía la documentación y nos insultaba", explica el marroquí. "Estoy contento de que lo hayan detenido", afirma.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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