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La Guardia Civil asegura que un secuestrador liberó a la farmacéutica porque se cansó de tenerla cautiva

"El menos malo entre los malos", según el teniente coronel de la Guardia Civil Miguel Gómez Alarcón, que ha dirigido las investigaciones, pudo ser el secuestrador que tomó por su cuenta y riesgo la decisión de liberar a Maria Àngels Feliu tras 492 días de cautiverio y sin que el pago del rescate se hubiera hecho efectivo. A este "menos malo" la farmacéutica de Olot le llamaba Iñaki y la Guardia Civil todavía no lo ha identificado. Gómez Alarcón asegura que este secuestrador, "el único que tendría atenuantes de tipo moral", debió de tomar la decisión de liberar a la Feliu "por cansancio".Aunque la Guardia Civil no descarta que haya más implicados en el crimen, a los que corresponderían las ocho voces que distinguió Feliu durante su cautiverio, los investigadores no tienen indicios suficientes para añadir detenciones a las practicadas el miércoles: el policía local de Olot Antoni Guirado; el vecino de Camprodon José Luis Paz García, y el matrimonio formado por Ramon Ullastre Clapé y Montserrat Teixidor.

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El teniente coronel de la Guardia Civil, que ayer participó en una rueda de prensa junto con la delegada del Gobierno en Cataluña, Julia García-Valdecasas, aseguró que las pruebas contra Joan Casals y Xavier Bassa -hasta el miércoles, los dos únicos procesados por el crimen-, basadas en la denuncia del confidente Francisco Evangelista, continúan siendo válidas, aunque matizó que "su exculpación o no compete a la autoridad judicial". Casals y Bassa fueron detenidos el 30 de octubre de 1993, pasaron más de medio año en la cárcel acusados del secuestro de la farmacéutica y de momento no se ha modificado su situación procesal.

Las informaciones que desde el pasado 1 de marzo hasta ahora ha podido reunir la Guardia Civil descartan que la banda de secuestradores forme parte de una trama internacional de delincuentes profesionales. "Nada de tramas sicilianas ni otras historias. Se trata de gente normal de la comarca", aseguró Gómez Alarcón. También restó importancia a la infraestructura necesaria para retener durante 492 días a una persona. Aseguró el mando de la Guardia Civil que bastaba con un almacén viejo y con darle a la cautiva un bocadillo diario. La hipótesis policial se fundamenta en que, más que la presión policial o la dificultad de mantener las condiciones de la retención, fue el hastío y el paso del tiempo lo que acabó precipitando la liberación de Maria Àngels Feliu.

García-Valdecasas tuvo palabras de cariño para la farmacéutica y se refirió a las especulaciones sin fundamento que debió soportar ésta después de su liberación. Algunas informaciones llegaron a atribuirle una simulación de secuestro. Gómez Alarcón alabó la calidad humana de Feliu y aseguró que su gran memoria y su meticulosa organización mental fueron de gran ayuda durante la segunda fase de la investigación. La Guardia Civil llegó a la conclusión de que para resolver el caso era necesario intentar llegar al zulo siguiendo la pista de varios objetos, originarios de cierta zona, que recordaba la secuestrada. Así, entre las 2.000 masías reconocidas por la Guardia Civil en el triángulo formado por Vic, Manlleu y Torelló se encontraba la masía de Ramon Ullastre, uno de los detenidos. Los agentes buscaban en el campo y la banda había escogido la casa del matrimonio Ullastre Teixidor, en el centro de Sant Pere de Torelló, para esconder a Maria Àngels Feliu.

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