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La ultraderecha intenta capitalizar las críticas al tribunal de la sangre con sida

Los expertos consideran absurda la "condena sin pena" a Hervé

La ultraderecha francesa se ha apresurado a rentabilizar la enorme indignación social suscitada por el Tribunal Supremo de Justicia de la República, que en la sentencia del caso de la sangre contaminada de sida absolvió el martes al ex primer ministro Laurent Fabius y su ministra de Asuntos Sociales, Georgina Dufoix, y condenó, pero liberado de pena, a su ministro de Salud, Edmond Hervé. Jean Marie Le Pen se ha apresurado a declarar que "los parlamentarios del tribunal han inventado la fórmula "culpables pero incondenables".

Bruno Mégret, líder del otro brazo del dividido Frente Nacional (FN), critica la "increíble clemencia" del tribunal, formado por 12 parlamentarios y tres jueces profesionales, una corte de excepción que "suma a su inutilidad el ridículo".Los partidos parlamentarios no parecen conscientes del descrédito que el proceso, desde la instrucción hasta la sentencia, ha arrojado sobre los políticos. Según Serge July, presidente del diario Libération, "el veredicto es político, a imagen de la composición del tribunal, de la instrucción y del proceso".

La indignación de los socialistas no se debe al mal funcionamiento del recién estrenado órgano jurisdiccional -que todo el mundo da por liquidado salvo que cambie sustancialmente- como por el hecho de que Edmond Hervé haya sido condenado (por un homicidio y un atentado contra la integridad, ambos involuntarios) . "Es un veredicto contestable" ha dicho François Hollande, primer secretario socialista.

Para el senador socialista Raymond Forni, la sentencia "refleja la frontera entre derecha e izquierda. Es una condena política que ha buscado un chivo expiatorio". Éste es Hervé, condenado por 8 votos contra 7, una proporción que corresponde a la filiación política de los miembros del tribunal.

Entre la derecha republicana, sólo los gaullistas -impulsores en 1993 de la jurisdicción especial para ministros- consideran válida la experiencia. "Es un progreso respecto al pasado", dijo Jean Louis Debré, presidente del grupo gaullista.

Autoamnistía

El liberal Jean François Mattei ve el proceso como "un triple fracaso: político, judicial y moral. La opinión pública lo asimilará a la ley de autoamnistía", una sucesión de leyes, entre 1988 y 1993, destinadas a regular la financiación de los partidos y exculpar prácticas irregulares.Las asociaciones de magistrados y varios constitucionalistas han expresado su estupor por el veredicto y han recordado que el propio presidente del tribunal, Christian Le Gunehec, calificó la jurisdicción de "surrealista". Para esos comentaristas es incomprensible que Hervé haya sido condenado por no haber advertido a dos personas que habían sido objeto de una transfusión contaminada entre agosto y octubre de 1985 y que la misma acusación no se les plantee a los cuatro ministros de Sanidad que sucedieron a Hervé hasta 1992, año en que se organizó el análisis de quienes pudieran haber sido objeto de una transfusión portadora del sida.

Liberar a Hervé del cumplimiento de pena en nombre de la "presunción de inocencia" también ha irritado a los profesionales de la justicia, que hablan de "herejía".

"A partir de ahora, cualquier persona que se haya encontrado en situación de detención provisional, que es la que más pone en duda la inocencia del hipotético acusado, podrá argüir que en su caso no se ha respetado la presunción de inocencia". Son muchos los expertos en derecho que creen que "es una sentencia que puede ser recurrida con la seguridad de que el recurso saldrá vencedor". Para algunos técnicos, el tribunal, el proceso y la sentencia son "una justicia ilegal a la medida".

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