Jatamí inicia en Roma la primera visita de un líder iraní a Europa desde la revolución islámica
Las autoridades italianas acogieron ayer con un sobrio ceremonial al presidente iraní, Mohamed Jatamí, cuya visita de tres días a Roma marca un giro histórico en las relaciones entre la República islámica, hostil a Occidente desde su nacimiento, en 1979, y Europa. En una ciudad tomada literalmente por fuerzas de la policía y unidades antidisturbios, unos siete mil disidentes fueron autorizados a manifestar su rechazo al régimen iraní, en una demostración en la que contaron con el apoyo de numerosos diputados de todo el arco político italiano.
Jatamí, un ayatolá reformista que pretende llevar a cabo una transformación democrática sui géneris en su país, fue recibido ayer por el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, y por los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados. Hoy se entrevistará con el primer ministro, Massimo d"Alema, y será recibido el jueves en el Vaticano por el Papa."Irán e Italia pueden trabajar juntas en oponerse a todas las formas de violencia, así como a la proliferación de armas nucleares y de destrucción masiva", manifestó Jatamí durante la cena ofrecida en su honor por el presidente Scalfaro. El jefe del Estado italiano, al igual que poco antes lo hiciera el presidente de la Cámara de Diputados, Luciano Violante, evocó el tema de los derechos humanos ante su invitado. La oposición iraní ha denunciado en Roma que durante el año y medio que Jatamí lleva en el poder han proseguido las ejecuciones públicas (320), las lapidaciones (9) y los asesinatos de intelectuales (8). Por su parte, el presidente iraní inssitió ante el Parlamento italiano en la paz y el respeto para todos los seres humanos "sin que ninguna potencia dominante imponga su voluntad sobre el resto del mundo".
La llegada a Roma de Jatamí constituye el primer síntoma del deshielo entre el régimen iraní surgido de la revolución islámica de 1979, y los países occidentales. Jatamí fue recibido en la explanada frente al palacio del Quirinal por el presidente, Oscar Luigi Scalfaro, con los honores de rigor. Los dos mandatarios permanecieron reunidos durante una hora. El Ministerio del Interior optó por adoptar medidas drásticas para evitarle a Jatamí encuentros desagradables. Las calles en torno a la residencia romana del presidente iraní -un famoso hotel de la capital- quedaron cortadas al tráfico desde la medianoche del lunes hasta las siete de la tarde de ayer. En las inmediaciones del Coliseo, miles de manifestantes, algunos disfrazados de presos, clamaron durante horas contra las prácticas represivas del régimen iraní, acusado de flagrantes violaciones de los derechos humanos.
El Gobierno italiano se vio sorprendido por la publicación ayer de un escrito de protesta contra la visita de Jatamí firmado por más de trescientos parlamentarios de todo el arco político. Muchos de los firmantes aseguraron, sin embargo, que se habían limitado a firmar un escrito genérico de denuncia de la situación de los derechos humanos en Irán, sin más alusiones. Tanto el Gobierno de Romano Prodi, como el que preside Massimo d"Alema han demostrado una enorme receptividad a los vientos de reforma que llegan de Irán.
En este sentido, son muchos los analistas que coinciden en señalar el carácter simbólico de este paso dado por Jatamí gracias a la buena disposición de Italia. Sin embargo, Estados Unidos no ha ocultado su malestar por la firma de un acuerdo entre las compañías Agip (italiana) y Elf (francesa) con el Gobierno iraní en flagrante oposición a la ley Helms-Burton, cuya extraterritorialidad no reconoce Europa. "Estados Unidos no ve bien este acuerdo, pero lo ha tolerado", explicó ayer el ministro de Exteriores italiano, Lamberto Dini, que visitó Irán en febrero del año pasado, antes que ninguno de sus colegas de la Unión Europea.Dini subrayó la importancia de los pasos dados por el líder reformista iraní. "Se ha producido una fuerte reducción por parte de Irán de la financiación de las actividades terroristas en el mundo, en Oriente Próximo", declaró el ministro a la RAI.
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