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Reportaje:

Los métodos de idiomas por ordenador sólo son eficaces como apoyo, según los expertos

Más de 90.000 alumnos estudian en las tres mayores academias del país

Amaya Iríbar

La enseñanza de idiomas con métodos basados en tecnologías multimedia ha proliferado con la misma intensidad que las críticas de expertos y usuarios sobre las dificultades de aprendizaje que implican. Si aprender inglés es duro con la guía de un profesor y en grupo, hacerlo con la única compañía de un ordenador puede ser frustrante. Por eso, la alternativa razonable es concebir estos métodos sólo como un refuerzo, no como la base exclusiva del aprendizaje.Las academias especializadas en estos sistemas -Wall Street Institute (WSI), Opening English School y Bla Bla & Company son las principales en España- aseguran haberlo entendido así. Los tres métodos complementan las largas horas frente al ordenador con tutorías y clases de conversación. Todo ello aderezado con la promesa de un horario a la medida de cada uno de sus 90.000 alumnos.

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Sin embargo, son estas clases complementarias las que encorsetan al estudiante. Las dudas no se resuelven de inmediato, sino al final de una lección que se alarga durante días. Y las clases de conversación obligan a varios estudiantes del mismo nivel a ponerse de acuerdo.

Por eso, la promesa de libertad total es más teórica que real. A pesar de ello sus clientes aumentan cada día, gracias a una publicidad con la que no pueden competir los centros tradicionales, en los que el profesor sigue siendo el protagonista. Pero, a medio camino entre la enseñanza por correo y la presencial, los centros basados en las nuevas tecnologías no han desbancado aún a los de toda la vida, en parte porque esta forma de autoaprendizaje deja fuera a un poderoso grupo de presión: los niños. La razón principal es que los métodos multimedia exigen esfuerzo, disciplina y muchas horas frente al ordenador. En los centros de Wall Street (140), Opening (32) y Bla Bla (14) el alumno puede sentarse frente a él las horas que desee para dar cuenta de los ejercicios de comprensión, gramática o vocabulario que dan forma al sistema, algo que podría hacer en casa, según Mark Liegel, jefe de estudios del programa de inglés del Instituto Internacional, un centro que agrupa las delegaciones de varias universidades de EEUU en Madrid.

Hablar con una máquina

"El ordenador es sólo una herramienta más", asegura la asesora de un centro del WSI, "como los libros de texto". Para Belén Moreno de los Ríos, directora del master de español para extranjeros de la Universidad Antonio de Nebrija de Madrid, se trata de una herramienta muy limitada. Sobre todo porque relega la expresión oral, la comunicación, a un segundo plano. "Estos sistemas sólo sirven como complemento", asegura, porque "las máquinas son tontas y no puedes conversar con ellas", que es la meta de cualquier estudiante.El mismo razonamiento siguen Mark Liegel y su homólogo del Instituto Británico de Madrid, Stuart Gale. En sus centros, el método tiene una raíz comunicativa -un profesor nativo con un grupo reducido de alumnos- y los ordenadores son sólo un elemento opcional.

Estos sistemas informáticos resultan, sin embargo, eficaces a la hora de reforzar habilidades como la comprensión oral o la lectura, explica Iñaki Goitia, jefe de estudios de uno de los centros de la Escuela Oficial de Idiomas de Madrid y profesor de euskera. Sobre todo en los niveles básicos, como forma de consolidar conocimientos.

Pero las horas de ordenador sirven de poco si no se complementan con clases impartidas por un profesor, nativo si es posible, asegura Francisca Martín Molero, profesora de Didáctica de la Universidad Complutense de Madrid. Y de la misma opinión es el presidente de la vocalía de Idiomas de la asociación de academias privadas CECAP, que agrupa a unos 300 centros, Miguel Ángel Muñoz Gascón. Éste, que habla con la experiencia de ser el dueño de una academia multimedia y de otra presencial, asegura que esta última es más efectiva porque "no hay nada tan interactivo como un profesor" a la hora de resolver las dudas, estimular al alumno y seguir sus progresos.

En cualquier caso, los ordenadores no son la novedad de estos centros. El gancho es su libertad de horarios (los días laborables de 8 de la mañana a 10 de la noche, los sábados, por la mañana) y de ritmo de aprendizaje (cada alumno elige la duración y la meta del curso). Esta libertad la aprovechan sobre todo profesionales a quienes su agenda no les permite atarse al pupitre a unas horas fijas.

Además "el alumno no pierde nunca clases", aunque falte durante semanas, explica David MacLachlan, de WSI. Porque se puede reenganchar en el punto exacto donde lo dejó. Aunque, si ha pasado demasiado tiempo, deberá pasar por caja.

Lo que han logrado los centros multimedia con su oferta es que todo el sector se renueve. Los primeros cuentan con profesores de carne y hueso, pero también las otras academias tiran cada vez más del vídeo, los ordenadores o cualquier otro medio audiovisual para hacer más amenas sus clases, y muchas tienen ya laboratorios de idiomas.

Estas escuelas prometen, además, progresos cuantificables, dan sus propios diplomas y preparan para exámenes oficiales como el First Certificate británico o el Test of English as a Foreign Language (TOEFL) que exigen las universidades norteamericanas. Pero ese es su límite actual. "En tres o cuatro meses el alumno empieza a defenderse, y en dos años y medio es casi bilingüe", asegura Francisco López, director de un centro multimedia en Madrid. Esto es también posible sin las nuevas tecnologías, según Martín Molero. Para ella, éstas sólo aumentan la eficacia de un buen método, nunca pueden convertirse en el método en sí mismas.

Los departamentos de investigación de estas academias han tomado nota. Sus sistemas -WSI se ha gastado 2.600 millones en modernizar el suyo- están siempre en estudio y son muy parecidos, con más o menos niveles y posibilidades técnicas. La diferencia entre estos centros y el resto, según Muñoz Gascón, es otra: la prevalencia del interés comercial sobre el educativo. Están en continua expansión a través de franquicias y mueven miles de millones (WSI facturó el curso pasado 10.500), muy por encima de cualquier academia tradicional.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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