Jatamí suspende en economía
La popularidad de Mohamed Jatamí, el presidente iraní, está amenazada con el 50% de la población por debajo del umbral de la pobreza
ENVIADA ESPECIALMohamed Jatamí ha devuelto la sonrisa a Irán. Pero con la mitad de la población por debajo del umbral de la pobreza, ni siquiera ese logro garantiza que el presidente más popular de la república islámica pueda mantener intacto el enorme respaldo que le acompaña desde su elección en mayo de 1997. El país necesita reformas económicas urgentes (supresión de los subsidios y apertura a la inversión extranjera, entre ellas) que, sin un mayor control de los centros de poder, el Gobierno no puede correr el riesgo de afrontar.
"No sé cómo la gente que cobra en riales puede llegar a fin de mes", se pregunta una teheraní empleada en una compañía extranjera y que recibe su salario en dólares. La inflación, oficialmente en el 20%, supera en realidad el 40%, según varios economistas consultados. Ésa es la razón por la que A. S. -un general retirado que conoció tiempos mejores cuando, antes de la revolución, estuvo destinado en Londres- completa su pensión trabajando como taxista con su destartalado Peykan, un coche de fabricación nacional.
El presidente de la Cámara de Comercio, Alí Nagui Kamuchi, reconoció hace unos días en un programa de televisión que "la mitad de los iraníes vive por debajo del umbral de la pobreza". Fariborz Raisdana, economista, profesor de universidad y asesor del presidente, eleva esa cifra al 85% de la población. En su opinión, un 35% vive en la pobreza absoluta y el otro 50% tiene dificultades para llegar a fin de mes. De momento, la crisis no ha restado un ápice de su popularidad a Jatamí. Existe un cierto fatalismo y la creencia muy extendida, sobre todo entre los jóvenes, de que "la economía no hay quien la arregle". "Al menos, que tengamos mayores libertades y democracia", coinciden en señalar varios universitarios entrevistados. ¿Hasta cuándo va a durar ese estado de gracia? Nadie lo sabe. "La gente está desesperada, no gana lo suficiente. Se han agrandado las diferencias entre pobres y ricos, y no hay clase media, aunque, de momento, tiene miedo de reaccionar, pero no sé por cuanto tiempo", analiza una diplomática occidental que se alinea con las posturas más pesimistas y teme un estallido de protestas en los próximos meses. El líder del prohibido pero tolerado Movimiento por la Libertad de Irán, Ibrahim Yazdí, confirma esos temores. "Muchos tememos que para primavera o principios de verano se puedan producir disturbios o protestas populares espontáneas", declara con preocupación en la modesta sede de su partido. En su opinión, "en ausencia de partidos políticos formales, no hay forma legal ni adecuada de mostrar el malestar, y la gente podría lanzarse a la calle como ya ocurriera hace tres años en el sur de Teherán".
La fecha no es aleatoria. El próximo 21 de marzo comienza el nuevo año fiscal iraní, y con el nuevo presupuesto llega también la subida de impuestos y de algunos productos básicos como la gasolina, que ya han sido causa de manifestaciones con anterioridad. Sin embargo, otras fuentes no son tan pesimistas. "La crisis económica es bien cierta, pero aún no hemos alcanzado el nivel crítico", asegura un europeo con varios años de residencia en Teherán. "A pesar de algunas subidas de precios, el próximo presupuesto no sólo no recorta la partida dedicada a subsidios, sino que la aumenta y, además, aquí las familias actúan de red de seguridad en situaciones adversas", agrega."Si no le dejan introducir las reformas que necesita la economía iraní, no hay salida", advierte, por su parte, un economista extranjero, más preocupado por la situación política que por los problemas presupuestarios inmediatos.
Es un análisis en el que coinciden altos funcionarios gubernamentales, políticos de la oposición, gente de a pie y analistas extranjeros. En numerosas entrevistas realizadas durante la pasada semana en Irán, todo el mundo coincidía en señalar a la economía como el punto negro de los 18 meses que Mohamed Jatamí lleva al frente del Gobierno.
El año fiscal se cierra con un déficit presupuestario de 6.000 millones de dólares (920.000 millones de pesetas). Y lo que es más grave, ha habido un momento de falta de liquidez. Hace unos meses, Irán tuvo problemas para hacer efectivas las cartas de crédito a la vista, el instrumento de pago que ofrece mayores garantías a los exportadores. La causa inmediata de esta situación ha sido la caída brutal de los precios del petróleo, un verdadero monocultivo que proporciona el 80% de las divisas del país.
De momento, el Gobierno iraní ha logrado sacar partido de la buena imagen internacional de Jatamí y ha logrado renegociar parte su deuda a corto plazo con sus principales socios comerciales (Alemania, Italia y Japón) por un importe global de 3.000 millones de dólares. Se trata de algo infrecuente en este país volcado hacia la autarquía desde el triunfo de la revolución islámica en 1979. "Estamos solos", confiesa Mohamed Alí Partovi, representante del Banco Central Hispano en Teherán.
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