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Aluvión de descalificaciones al cardenal Carles por criticar las campañas de lucha contra el sida

"Una cosa es la realidad y otra la verdad", afirma para ratificarse el arzobispo de Barcelona

El vicepresidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Ricard Maria Carles, aguantó ayer con templanza la avalancha de críticas que ha merecido su comunicación pastoral, como arzobispo de Barcelona, sobre "la banalización de la ética sexual", en la que descalifica las campañas antisida. El Ministerio de Sanidad, a través del director del Plan Nacional sobre el Sida, Francisco Parras, le calificó de "dogmático"; el secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, dijo que le parece "un poco carca"; e IU amenazó con llevar al cardenal ante los tribunales por "posible delito contra la salud pública".

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La idea de los dos mundos, los dos en éste, se materializó de nuevo, en la sala de prensa de la Conferencia Episcopal , donde el cardenal Carles comparecía para dar cuenta de los trabajos de la asamblea de los obispos españoles, clausurada ayer. Terminó explicando su concepción antropológica, aunque dijo respetar "la antropología que tengan los demás". Pero "una cosa es la realidad y otra cosa es la verdad", dijo el cardenal en apoyo de sus tesis morales."No quiero polemizar", replicó el arzobispo de Barcelona a quien le exigía una respuesta a las severas críticas del PSOE por su carta pastoral. Y presumió de que la presidenta de Cáritas en Barcelona, Núria Gispert, nombrada por él, es socialista "y tiene carnet del PSOE".

El candidato socialista a la presidencia del Gobierno, José Borrell, expresó su "absoluto respeto" por todas las creencias religiosas, pero pidió al cardenal Carles "otra actitud", porque la tesis de la pastoral no es "la forma más adecuada para enfocar los comportamientos sociales del siglo XXI". Joaquín Almunia dijo que la cúpula de la Conferencia Episcopal le parecía "un poco carca", y declinó ir más allá en sus calificativos después de defender la plena autonomía de la actividad política y, del mismo modo, exigir que la Iglesia "no se meta" en temas políticos.

El presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, después de comprender y respetar la opinión del arzobispo de Barcelona, dijo: "La obligación del Gobierno madrileño es hacer estas campañas de prevención, por lo que seguiremos con esa política". Y añadió: "Soy un defensor absoluto de los métodos preventivos para evitar el sida".

Mucho más radical estuvo la diputada de los socialistas catalanes, Marina Geli, que consideró la tesis del cardenal Carles "un atentado contra la salud pública". "Afirmar que las campañas de sexo seguro no sirven para combatir la infección puede propiciar que algunas personas no utilicen preservativos" y se infecten. Geli pidió al arzobispo de Barcelona una rectificación "por respeto a los infectados y a sus parejas".

Pero no hubo rectificación, sino ratificación."Cuando una cosa se repite muchas veces, eso es la realidad, pero no necesariamente la verdad", insistió Carles tras lamentar que su carta pastoral estuviera eclipsando los trabajos de la Conferencia Episcopal.

El ministro de Sanidad, José Manuel Romay, aseguró respetar las decisiones de la Conferencia Episcopal, pero añadió que su departamento debe someterse a los dictámenes de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y su subordinado Francisco Parras afirmó: "Seguiremos con las estrategias sobre sexo seguro". Digan lo que digan, póntelo. Con este eslogan terció en la polémica la Unión de Consumidores de España. El Consejo de la Juventud, que agrupa a más de 70 entidades juveniles de toda España, calificó de "atentado contra la salud pública" las apreciaciones del cardenal. La concejal de IU en Madrid Marisa Castro anunció que su grupo estudia una querella por posible delito contra la salud pública.

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