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Las depresiones suponen un coste de 124.000 millones al año en España

Un estudio asegura que uno de cada cuatro españoles padece problemas de salud mental

Amaya Iríbar

Las depresiones de los españoles cuestan al año 124.000 millones de pesetas. Y no sólo por las consultas atendidas, los medicamentos recetados o los ingresos hospitalarios efectuados a los entre cuatro y seis millones de depresivos; sino también por las horas de trabajo que éstos pierden o el descenso de su productividad. Esta enfermedad es sólo una cara del problema de la salud mental, que afecta a 10 millones de españoles, y cuyo coste sobrepasa el medio billón anual, según el Libro Blanco presentado ayer en Madrid con el aval de la Sociedad Española de Psiquiatría.

El estudio se centra en los aspectos económicos y sociales de la salud mental. Y, sobre todo, en la depresión, porque es una de las enfermedades más frecuentes y "un problema de salud pública". De los 10 millones de españoles que, según el Libro Blanco, sufren algún problema de este tipo, entre cuatro o seis sufren depresiones (entre el 10% y el 15% de la población total), más las mujeres que los hombres. El número de depresivos resulta tan elevado, según los autores del estudio, en parte porque se hacen mejores diagnósticos que antes.Pero su tratamiento es siempre largo y costoso. Sólo en consultas, los españoles víctimas de la depresión se gastan al año 23.000 millones de pesetas, y eso que uno de cada tres potenciales pacientes no va nunca al psiquiatra o al psicólogo. A ello hay que añadir 20.000 millones en medicamentos y 19.000 más por gastos de hospitalización. Eso sin contar lo que pierden las empresas para las que trabajan estos enfermos, que supone casi 58.000 millones de pesetas anuales.

En cualquier caso, la mayor parte de las depresiones pueden tener cura o mejoría. Más de la mitad son de carácter leve, muchas de ellas se resuelven en consultas de atención primaria, y sólo un 11% son diagnosticadas como graves.

Costes laborales

Las depresiones son sólo una parte del problema. Si se suma el resto -esquizofrenia, neurosis, psicosis-, el coste sobrepasa el medio billón de pesetas anuales. Pero si en el caso de la depresión los gastos derivados de la atención médica sobrepasan los costes sociales, cuando se suman todas las enfermedades mentales la relación se invierte. Los costes ligados al puesto de trabajo -mortalidad prematura, incapacidad temporal, invalidez y baja produc-tividad- suponen el 61% del total. Es decir, más de 343.000 millones de pesetas.Las conclusiones, sin embargo, no dejan en muy mal lugar a España, sobre todo, porque "el Sistema Nacional de Salud asume las prestaciones y ni siquiera el medicamentazo [el decreto que dejó fuera de la financiación pública más de 800 fármacos] ha afectado a los pacientes", explicó el jefe del servicio de Psiquiatría del hospital Clínico de Madrid y presidente del panel de expertos que han asesorado a los autores del Libro Blanco, Juan José López-Ibor. El estudio, el primero de estas características según sus autores -el gabinete sociológico Bernard-Krief y Ofisalud- pretende servir de orientación a las autoridades sanitarias, pero también a los médicos. Ya que el 25% de los enfermos mentales se quedan sin tratamiento, el médico de atención primaria es un "paso esencial" en el diagnóstico, aseguró López-Ibor.

El Grupo Parlamentario Socialista, por su parte, pidió ayer al Gobierno la elaboración de un Plan Nacional de Salud Mental con presupuesto específico, similar al que ya existe para el sida. Para el PSOE, el hecho de que la salud mental sea competencia de las comunidades autónomas ha provocado desigualdades en la atención de los enfermos que exigen la coordinación entre las diferentes Administraciones.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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