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Un valenciano en la Cataluña de Pujol

El cardenal arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, es suave en el trato, generoso en sus respuestas, diplomático en sus conflictos y directo y hasta atrevido en sus juicios. No le gusta la Cope y lo ha dicho, y el lunes fue el único que opinó con distanciamiento brechtiano, al juzgar la ascensión imparable de Rouco a la presidencia, que "muchas veces quien entra en un cónclave de papa sale como cardenal".Ayer Carles descendió a la vicepresidencia de la Conferencia Episcopal Española en primera votación, pero hace seis años aspiró a la presidencia, frente a Yanes, y fueron los obispos catalanes los que le impidieron la victoria. Dicen que es conservador y un protector del Opus Dei, pero se le nota menos que a Rouco, con el que tiene una relación muy amistosa desde sus tiempos de obispo de Tortosa, donde Rouco pasa algunas vacaciones.

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Decir Carles, el cardenal catalán, suena bien, pero no es cierto. El arzobispo de Barcelona, que depende de Roma, es valenciano del año 1926, y estudió el bachillerato en el Colegio San José, de los padres jesuitas de Valencia.

Licenciado en Derecho Canónico por la Universidad de Salamanca, fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1951 y recibió la consagración episcopal el 3 de agosto de 1969, siendo nombrado obispo de Tortosa. Ocupa el arzobispado de Barcelona desde 1990. El 26 de noviembre de 1994 fue elevado al cardenalato por el Papa Juan Pablo II.

Por su faceta catalana, el cardenal Carles, como el obispo José María Setién, de San Sebastián, ha tenido que sufrir algunas tarascadas de la reacción, pero son clamorosas sus distancias respecto al nacionalismo que encarna Pujol y sus reticencias a crear una conferencia episcopal catalana. Entre sus obispos auxiliares hay, sin embargo, un ex militante de Unió Democràtica, y ha encargado la presidencia de Cáritas a una militante socialista del equipo de Pasqual Maragall. En definitiva, un conservador inteligente.

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