Alemania y Francia recomponen su alianza sobre la financiación de la UE
ENVIADO ESPECIALNoticia nada anunciada. La cumbre de ayer, dedicada a la financiación de la Unión Europea (UE) entre el año 2000 y el 2006 registró una reconciliación en toda regla de Alemania y Francia. Su alianza se había roto por las diferencias sobre la Política Agrícola Común (PAC). Para recomponerla, el canciller alemán Gerhard Schröder exigió en público a su ministro de Agricultura que diera marcha atrás en su propuesta de aumentar los gastos agrícolas. Reeencauzada esta disputa, el peligro se ceba ahora en que las próximas rebajas afecten a los fondos estructurales. Aún así, muchos desacuerdos se mantienen. El presidente español, José María Aznar, y otros cuatro líderes se opusieron a las propuestas alemanas. Pero el clima era favorable para fraguar consensos.
La cabeza del ministro alemán de Agricultura, Funke huele a pólvora. Es el autor de la propuesta -aplaudida por sus colegas del ramo, salvo el francés Jean Galvany- de aumentar anualmente 614 millones de euros los gastos agrícolas por encima de los 46.000 millones de euros (7,65 billones de pesetas) propuestos por la Comisión, en vez de reducirlos a 40.500, como sugería Bonn. Y como aceptaba a regañadientes París, que pretendía una mayor rebaja, como alternativa a otro instrumento de rebajar gastos, la "cofinanciación" de la PAC (el pago de un porcentaje de sus gastos a cargo de los Gobiernos en vez de que todo corra a cargo del presupuesto común).
"Esta posición no la comparten los jefes de Estado o de Gobierno, queremos que los ministros de Agricultura se den por enterados de lo que queremos, que se orienten a un límite de gasto de 40.500 millones de euros anuales", les espetó el canciller, aún obviando que un jefe de Gobierno, precisamente Aznar, había mostrado su desacuerdo con los otros primeros ministros.
Posible acuerdo en Berlín
Schröder acompañó ese impresionante tirón de orejas público con una renuncia a seguir propugnando la cofinanciación de la PAC. "Unos estabamos a favor, la mayoría en contra, pero Francia ha dejado muy claro que no se puede discutir con ella de este tema; pero hay otras posibilidades, como el decrecimiento del gasto", otro inventó francés.
Los franceses sellaron la reconciliación in situ. "No existe problema franco-alemán, como ha podido parecer [últimamente] sancionó el primer ministro Lionel Jospin. "Ya se sabe que cuando se reúnen los ministros de Agricultura crean un clima un poco eléctrico", zanjó el presidente Jacques Chirac. El Gobierno francés cree que es posible extender los acuerdos si se rechaza la idea de cofinanciar los gastos de la PAC. "Creo que llegaremos a un acuerdo en Berlín los próximos 24 y 25 de marzo", añadió Chirac al término de la cumbre. Y aunque falta discutir detalles, alternativas y cantidades, el pacto -y con él el eje franco alemán- echó a andar. España está fuera de él.
Más bien pintan bastos para los intereses españoles, porque resuelto entre los dos grandes su contencioso agrícola, recuperaron su alianza para recortar los fondos estructurales -los que más benefician a España-, para lo que proponen un recorte, apoyado por muchos otros, que supondría unos 200.000 millones millones de pesetas anuales menos para España de lo que propone la Comisión en la Agenda 2000.
Aznar no estuvo sólo en su defensa y en su crítica general al documento propuesto por la presidencia, del que dijo que "no es una buena base" para la negociación, porque también la expresaron el portugués Antonio Guterres, el griego Costas Simitis, el irlandés Bertie Ahern, el belga Jean-Luc Dehaene, el luxemburgués Jean-Claude Santer y el danés Poul-Nyrup Rasmussen. Y sobre todo, el presidente de la Comisión, Jacques Santer. "La estabilización del gasto no debe convertirse en un mito", alegó Santer, para quien "no sería realista dar marcha atrás" en el nivel actual de estos fondos. "Les recuerdo que los beneficios que recaen sobre los países de la cohesión benefician también a todos", sentenció, aclarando algunas ambigüedades anteriores. "No he encontrado en todas partes el eco que habría deseado" se lamentó Schröder.
El Gobierno español se mantuvo férreo en sus posiciones, oponiéndose al recorte estructural; a fijar el tope del paquete total en el 1,27% del PIB de los Quince; a la cofinanciación agrícola; al recorte agrícola (aunque Aznar anunció alguna "flexibilidad"); al cheque británico y a los mecanismos correctores de los saldos netos de los países ricos contribuyentes netos, asuntos en que otros países se van aproximando.
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