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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ibarretxe reacciona

SIN UN rechazo claro de la violencia por parte de Euskal Herritarrok (EH) no habrá pacto de legislatura con esa formación, advirtió ayer el lehendakari. Estaba obligado a decirlo porque la realidad despejó en cuestión de horas las dudas que pudiera haber sobre el alcance efectivo de la declaración suscrita el pasado jueves por los nacionalistas e IU: no sirvió para que se detuvieran los desmanes y amenazas de los encapuchados, ni siquiera para que los ediles de EH los condenaran. Al revés: la rama juvenil que se reconoce bajo esa sigla hizo público un provocador escrito diciendo que pensaba seguir en lo mismo.Desde el nacionalismo democrático se pide comprensión. Pero es ventajista pretender que sean los demás quienes se muestren comprensivos, mientras PNV y EA sólo parecen preocupados por adaptarse al punto de vista de la formación que garantiza su mayoría en el Parlamento. En esa línea se inscribe el aviso de que no participarán en una eventual convocatoria de la Mesa de Madrid o en un Pleno del Congreso sobre el proceso de paz. La declaración de ayer del lehendakari supone una rectificación oportuna en ese camino hacia el sectarismo. Porque, incluso si fuera cierto que Arnaldo Otegi necesita ayuda para no dejar disidentes en el camino, es necesario hacerle ver que existe una resistencia a la imposición; que la sociedad vasca es más plural que el frente de Lizarra; que el propio nacionalismo es plural, aunque comparta la misma ideología.

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Ibarretxe dice a EH que el pacto es imposible si no condena los sabotajes

Se puede estar de acuerdo con el lehendakari en que estamos mejor que antes y en que hay que intentar acercar el mundo de EH a la política. Pero si el precio es que todos los demás se plieguen a su programa, bajo la amenaza de que si no puede volver ETA -o te pueden quemar la tienda-, el consenso será imposible. Ibarretxe ha podido comprobarlo en la ronda de conversaciones de la que ayer rindió cuentas.

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La idea de que, si ETA dejaba de matar, todos los partidos -y los ciudadanos- se iban a volver nacionalistas era absurda. El lehendakari se propone ampliar sus consultas a los empresarios, sindicatos, medios de comunicación y otras instancias no directamente políticas. Está muy bien. Conviene salir de la endogamia de Gobierno nacionalista, comisiones parlamentarias presididas -todas- por nacionalistas, asamblea de electos nacionalistas y, en caso de duda, consultas al portavoz nacionalista. Ojalá que el desmarque esbozado ayer por Ibarretxe se traduzca en una actitud menos excluyente. Si es así, no le faltarán apoyos.

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