Buenos Aires se sume en tinieblas
Una zona de la capital argentina vive desde hace una semana en el caos al quedarse sin suministro eléctrico
Una amplia zona del sur de Buenos Aires vive desde el lunes pasado entre tinieblas por culpa de un apagón, que en los peores días llegó a afectar a 200.000 vecinos. Ayer quedaban sin luz más de 30.000 usuarios, y la compañía suministradora anunció que el servicio no estaría totalmente restablecido hasta el miércoles.Diez barrios, 250 semáforos, 20.000 edificios -incluido el del Congreso- y 10.000 comercios han sufrido los efectos del apagón, en la semana más calurosa del húmedo verano porteño. Las pérdidas alcanzaban el sábado los 900 millones de dólares (más de 130.000 millones de pesetas). Los restaurantes de un gran centro comercial se vieron obligados a distribuir entre los vecinos del barrio la comida que no podían conservar. Voluntarios de la Defensa Civil, en colaboración con el cuerpo de bomberos, las fuerzas de seguridad y el Ejército, reparten agua, velas y energía por medio de grupos electrógenos en los edificios más necesitados.
Seis días sin energía han provocado serios problemas higiénicos. Edificios de hasta 400 apartamentos han quedado con el sistema de desagüe colapsado. La gravedad de la crisis, de la que no había antecedentes en Buenos Aires, obligó a establecer un operativo digno de una catástrofe. Se ha distribuido más de un millón de litros de agua y 46 grupos electrógenos han suministrado electricidad para llenar tanques en 614 edificios. Camiones cisterna recorren los puntos más críticos y Uruguay ha enviado nueve generadores.
Los más desamparados y los ancianos temen la oscuridad. No pueden subir o bajar escaleras, tienen miedo a la soledad y no saben cómo moverse en las tinieblas, escenario perfecto para los interesados en provocar inseguridad. Los asistentes sociales trabajan a pleno rendimiento acompañando a quienes no se atreven a salir a la calle.
Las protestas de los ciudadanos van en aumento. Resuenan los cacerolazos y la protesta sube de tono con fogatas, quema de basuras, neumáticos, colchones y algún que otro vehículo. Los indignados vecinos cortan el tráfico y al caer la tarde se concentran frente a la sede central de Edesur, la compañía suministradora, que está fuertemente protegida por efectivos policiales. "Vivimos en un barrio privado. Privado de luz. Privado de agua. Privado de todo", puede leerse en las octavillas caseras que reparten las mujeres en la calle de Rivadavia.
El ingenio ha hecho acto de presencia a la hora de protestar. Los vecinos de uno de los barrios afectados organizaron un partido de fútbol a tono con la situación que les ha tocado vivir: los equipos contendientes eran Cables Pelados (camiseta roja) y Cortocircuito (con el torso desnudo, "en cueros").
El presidente Carlos Menem ha acusado al jefe del Gobierno de la ciudad y candidato presidencial de la oposición, Fernando de la Rúa, del caos que reina en buena parte de Buenos Aires, y éste ha respondido responsabilizando al Gobierno y a Edesur. Ni uno ni otro ha sido visto junto a los afectados para llevarles consuelo. "Aunque sea que vengan a acompañarnos", suplicaba una vecina ante la ausencia de políticos de cualquier signo.
La empresa concesionaria de la distribución eléctrica en la megalópolis argentina es hoy el diablo. Las autoridades estudian aplicar duras sanciones, que podrían llegar hasta la cancelación de la concesión por negligencia.
La causa del apagón fue un incendio que se propagó en la madrugada del lunes 15 de febrero en la subestación de Azopardo, en el barrio de San Telmo. Diversos especialistas aseguran que, para abaratar costos, la compañía no cumplió el plan de inversiones previsto, lo que resultó decisivo en el desastre, y advierten que este tipo de desastres se pueden repetir a gran escala.
El control accionarial de Edesur lo ostenta la empresa chilena Enersis Internacional, que recientemente decidió fusionar sus operaciones con la española Endesa. "Hay que privatizar", era la frase recurrente de los tiempos en los que Argentina hacía aguas por los cuatro costados. Antes de las privatizaciones, los argentinos vivían bajo la ineficiencia y desidia de las empresas estatales. Hoy están expuestos a los excesos de los monopolios privados, que actúan con entera libertad amparados por organismos de control de dudosa independencia. El apagón de estos días es la guinda a un rosario de arbitrariedades que sufren los usuarios, entre las que se cuentan aumentos de tarifas, irregularidades en las facturas o incumplimiento de contratos.
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