PSOE e IU quieren que los jefes militares que ingresaron antes de 1981 juren la Constitución
Aunque las Fuerzas Armadas tienen como misión la defensa del ordenamiento constitucional y el Rey es su mando supremo, los actuales tenientes coroneles, coroneles y generales no han jurado lealtad al Rey ni a la Constitución. El PSOE e IU quieren poner fin a esta anomalía histórica pidiendo que todos los jefes militares renueven su juramento antes de que se complete la transición al Ejército profesional, en el 2002. La modificación de la fórmula de juramento, prevista en la Ley del Régimen del Personal de las Fuerzas Armadas, es la oportunidad para hacerlo.
El proyecto de ley que mañana será aprobado por el pleno del Congreso modifica la fórmula utilizada en la jura de bandera, sustituyendo el compromiso de derramar "hasta la última gota de sangre en defensa de la soberanía e independencia de la Patria, de su unidad e integridad territorial y del ordenamiento constitucional", por la obligación más genérica de "guardar y hacer guardar la Constitución", así como de "entregar la vida en defensa de España".Aunque este cambio no ha provocado polémica alguna entre los partidos políticos ni en el seno de las Fuerzas Armadas, sí lo ha hecho en algunos medios de comunicación.
Sin embargo, para los portavoces del PSOE e Izquierda Unida en la Comisión de Defensa del Congreso, Pedro Moya y Willy Meyer, respectivamente,lo relevante no es que se modernice y simplifique la jura de bandera, si no que sólo se aplique a los militares que ingresen en las academias a partir de la entrada en vigor de la nueva ley.
Los cuadros de mando que adquirieron la condición de militar a partir de 1981 prestaron el juramente hasta ahora vigente, muy similar al contenido en el proyecto, pero quienes lo hicieron con anterioridad utilizaron la fórmula instaurada por Franco el 13 de septiembre de 1936, a menos de dos meses de iniciarse la guerra civil. La principal diferencia radica en que dicha fórmula no incluía, lógicamente, compromiso de fidelidad al Rey ni a la Constitución.
Los militares sólo juran la bandera una vez en su carrera, cuando ingresan en la academia, por lo que todos los cuadros de mando, de teniente coronel hacia arriba, han prestado juramento de acuerdo con el decreto de 1936. Con motivo de sus bodas de plata, las promociones suelen celebrar un acto de homenaje a la bandera, pero ni se encuentra reglado ni en el mismo se repite el juramento.
El precedente de Azaña
El socialista Pedro Moya considera que "lo razonable" es que, con motivo de la modificación del juramento y del proceso de profesionalización del Ejército, se "busque un mecanismo" para propiciar la "universalización" del compromiso de lealtad al Rey y a la Constitución.
A su juicio, debe evitarse que cuando el Ejército profesional esté definitivamente implantado todos los soldados hayan jurado o prometido la Constitución, mientras que no suceda lo mismo con sus jefes.
El Grupo Socialista, agrega Moya, pedirá al Ministerio de Defensa que busque la forma de resolver esta situación anómala y está abierto a cualquier sistema que se le proponga.
También Willy Meyer, de IU, afirma que no se trata de obligar a los militares a que repitan la jura de bandera en cuanto entre en vigor la nueva ley, pero sugiere que podría hacerse gradualmente. Por ejemplo, agrega, con motivo de la obtención del primer ascenso.
La situación actual es producto de la forma en que se desarrolló la transición. Cuando se implantó la vigente fórmula de juramento, en 1980, a nadie se le ocurrió pedir que se aplicase a los militares en activo, seguramente por temor a que muchos se negasen. Había precedentes históricos.
Tras la instauración de la Segunda República, Azaña exigió fidelidad al nuevo régimen a los mandos de las Fuerzas Armadas e invitó a pasar a la reserva, en condiciones ventajosas, a quienes se negasen a prestar juramento. Era una forma de depurar el Ejército que se demostró poco eficaz, a la vista de los resultados.
Ahora el panorama es radicalmente distinto. La lealtad de los militares a la Constitución, y especialmente al Rey, está fuera de toda duda. Eso no quiere decir, sin embargo, que no subsistan elementos antidemocráticos en su seno.
"En el Ejército", admite un mando, "tenemos nuestra cuota de ultras, pero es comparable a la que hay entre los periodistas, los jueces o cualquier otro colectivo de la sociedad española". El problema está, agrega, en que habría que prever la posibilidad de que algunos, aunque fueran muy pocos, se negasen a prestar juramento. El proyecto de ley señala que la "carencia" demostrada de los "principios y valores constitucionales" es causa suficiente para expulsar a un alumno de una academia militar, pero no contempla nada parecido para los militares de carrera.
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