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Más de 1.100 menores con problemas viven bajo la protección de las tres diputaciones vascas

Un total de 1.108 menores viven en el País Vasco bajo la protección de alguna de las tres diputaciones. Las instituciones son, en la mayoría de los casos, las que deciden intervenir en las familias en favor de esos menores por su situación de desprotección, aunque una parte son llevados por sus padres, que no pueden hacerse cargo de ellos. La acogida de los niños puede realizarse en residencias o en acogimiento familiar, ya sea con miembros de su propia familia (tíos, abuelos) o en una ajena. Cualquier fórmula es temporal y persigue reintegrar al menor a su familia ya recompuesta.

"Es muy importante dejar claro que acogimiento familiar no significa adopción. El fin del acogimiento es que los niños vuelvan a sus hogares de origen. Son excepcionalísimos los casos de adopción tras acogimiento previo", indica un portavoz del Departamento de Bienestar Social de la Diputación de Vizcaya. En este territorio, hay un total de 573 menores bajo su protección. De ellos, 103 lo están en acogimiento familiar. El mayor número de niños tutelados en Vizcaya se encuentra en las franjas de edad comprendidas entre los 15 y 16 años, y los 13 y 14, con un 26,8% y un 22,4%, respectivamente. Los menos son los más pequeños, de 0 a 3 años, con un 4,3% del total. La Diputación guipuzcoana contaba con un total de 422 protegidos de una u otra forma en su balance del 31 de diciembre de 1998. Según los mismos datos, 59 de los 169 menores que estaban acogidos en residencia en este territorio los fueron a solicitud de los padres. En Álava hay 113 menores protegidos por la Diputación, 67 de ellos en acogimiento familiar. Además, el Ayuntamiento de Vitoria atiende a otros 42 menores en cuatro hogares. En todo el País Vasco, según los últimos datos recogidos por el Instituto vasco de Estadística-Eustat, hay unos 435.000 menores de 18 años. Por territorios, Vizcaya es la que más niños y adolescentes tiene con unos 235.000; seguido de Gupúzcoa, con unos 140.000 y Álava, con 60.000. Mayor sensibilización Para Máximo Goikoetea, director de servicios sociales especializados de la Diputación de Guipúzcoa, se ha mejorado la detección de casos de desprotección, lo que arroja cifras más altas de menores tutelados que hace un decenio. "Esto no quiere decir que ahora haya más casos", advierte, "sino que hay una mejor red de detección y una mayor sensibilización tanto institucional como social". Para Goikoetxea el punto clave se encuentra en la prevención. "Hay que hacer hincapié en ella. En la medida de lo posible es mejor que el menor permanezca en su familia", insiste. Para ello, la Diputación de Guipuzcoa dispone de un servicio de psicólogos especializados que intervienen en las familias. "En el tema preventivo, el eslabón fundamental es el municipal. Desde ese nivel es desde donde se tiene que detectar y tratar primero", afirma. Desde su departamento ha podido notar cómo cada año los casos son más complejos. "Vuelvo a lo mismo, esto no quiere decir que antes no existieran, sino que ahora la detección es mejor. Se hace un gran trabajo en la red de asistencia, de la que forma parte el sistema escolar, Osakidetza, la Ertzaintza y los servicios sociales". De esta manera, detectando precozmente, es cuando se puede intervenir en la propia familia y evitar la dura situación que supone para el menor ser separado de ella. "Sacar del núcleo familiar a un menor siempre es traumático", asegura Goikoetxea. Por ello, "en la medida que la familia natural recupera la normalidad, los niños vuelven a ella". La fórmula idónea para una mejor adaptación de los menores es el acogimiento familiar. "Es más normalizador para el niño", dice Goikoetxea. Las tres diputaciones dan prioridad a este tipo de acogimiento, en el que los niños no pierden el contacto con su familia de origen. "En breve, vamos a realizar una campaña de sensibilización para buscar familias de acogida", indica el director de servicios sociales especializados de la Diputación guipuzcoana. ¿Qué sucede cuando esos menores no han podido regresar a sus casas y cumplen 18 años? Las instituciones disponen de programas para la inserción laboral y social de estos chicos. Vizcaya dispone del servicio Saio, que inició su andadura en noviembre de 1997. Actúa sobre adolescentes entre 16 y 21 años que se encuentran o han estado bajo medidas de protección por parte de la Diputación. Este servicio informa sobre las oportunidades de empleo y formación, orienta sobre un itinerario personal de cualificación e inserción social y laboral, aporta una ayuda económica mensual (que no superará las 27.000 pesetas) y da la posibilidad de poder residir en un piso temporalmente. "La Diputación de Guipúzcoa proporciona una serie de ayudas económicas, que están en torno a las 60.000 pesetas, para quienes estén estudiando o trabajando, y dura hasta los 25 años. Se trata de buscar la normalización y su integración en la sociedad", comenta Goikoetxea.

Inmigrantes, menores y desprotegidos

"El problema de los menores extranjeros que necesitan ser tutelados por las instituciones ha aumentado en los últimos años en un 20%. Quizá esto sucede en Guipúzcoa por nuestra especial situación de paso", dice Máximo Goicoetxea. Su departamento puso en funcionamiento a principios de 1998 un centro específico para menores extranjeros no acompañados, en Martutene. "Habrá unos 40 ó 50 menores, la mayoría magrebíes. Esta es una zona donde hay mucha movilidad. Algunos de estos chicos se quedan aquí, se integran. Pero son los menos. Otros regresan con sus familias", comenta Goikoetexea. Para él es importante abrir centros dedicados a una población específica de niños y adolescentes. "No sirven los recursos existentes para todos los menores. Por ejemplo, este mes abrimos un centro de acogida de urgencia con 12 plazas, en Hernani, que se suma al que hay en Irún para adolescentes con problemas importantes de comportamiento y psicológicos graves. Cada situación necesita una respuesta", asegura Goikoetexea. En Guipúzcoa el presupesto destinado a la protección de la infancia "se acerca a los mil millones". Según Goikoetxea, todo esto no hace sino "responder a una realidad". Los menores que llegan hasta las instituciones lo hacen, básicamente, por una desestructuración del nucleo familiar. "La mayoría de las veces está provocada por las drogas y la delincuencia. Los progenitores están en ese mundo y eso rompe la familia. También se dan el maltrato y los abusos. Los menores en situación de abandono por pobreza son los menos", comenta. Cuando falla el núcleo familiar, la situación afecta a todos los hermanos. Las instituciones insisten en que su intervención es, en principio y en lo posible, temporal. "La desprotección de menores es un problema real que exige programas de respuesta. Pero éstos no son sustitutivos de la familia, alas que los niños deberían en lo posible regresar". Hay padres que llevan ellos mismos a sus hijos a los centros y otros que "niegan su situación familiar".

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