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El Foro XXI alerta sobre la fragilidad del modelo económico de la Comunidad Valenciana

El modelo económico que impera en la Comunidad Valenciana arrastra algunas deficiencias estructurales severas que ponen en cuestión el "panorama idílico" que se empeñan en trasladar los actuales responsables de la Generalitat, según el análisis elaborado por el grupo de expertos del Foro XXI para el PSPV. El exceso de peso de la mano de obra en la generación de plusvalías, los bajos salarios, la baja cualificación de la mano de obra, la escasa capitalización de las empresas o el endeudamiento de la Generalitat influyen en la fragilidad del sistema económico.

El ex ministro Pedro Solbes es el responsable del trabajo sobre Los retos de la economía valenciana que advierte de toda una serie de deficiencias estructurales en el modelo productivo y pone en cuestión la necesidad de hacer frente a ciertas limitaciones desde los poderes públicos. El diagnóstico de los expertos vinculados al PSPV establece que "el modelo de crecimiento valenciano presenta características propias de un país con un nivel de desarrollo intermedio". Y cita varios de ellos. En primer lugar, una "utilización intensiva de la mano de obra", que se manifiesta en el peso que tiene el empleo para generar valor añadido en la producción industrial y que se estima en un 11% por encima de la media nacional. La competitividad de muchos sectores productivos se ha basado en los bajos salarios, que se encuentran un 10% por debajo de la media del Estado. Pero además, la mano de obra valenciana sufre una muy baja cualificación, que no se corresponde con el nivel de renta. La conjunción de los tres factores estructurales referidos a la mano de obra se traduce en una conclusión desoladora. Los valencianos presentan "uno de los niveles de productividad industrial más bajos de España". Pero la responsabilidad sobre la fragilidad del modelo recae simultáneamente en toda una serie de factores de carácter empresarial. La empresa valenciana se concentra en un 90% en la producción de bienes de consumo en sectores de demanda media o débil. Un porcentaje muy superior a la media de otras comunidades autonómas. El "minifundismo" empresarial también genera espejismos. Sólo el 0,1% de las empresas valencianas tienen más de 500 trabajadores. El dinamismo en la creación de empresas esconde la escisión de profesionales sin una adecuada formación empresarial, que difícilmente pueden afrontar ciclos económicos negativos. Además, las nuevas empresas surgen excesivamente vinculadas a la financiación externa sin una adecuada capitalización propia, lo que genera una excesiva vinculación del tejido empresarial con el ciclo económico. La concepción de la empresa estrictamente como negocio y la tendencia a producir bienes de consumo sin exigencias tecnológicas de importancia repercute en la escasa productividad de los empleados y limita las inversiones en Investigación y Desarrollo. La Comunidad Valenciana es la segunda región española que menos recursos privados dedica a I+D, sólo por encima de Baleares. La escasez de redes propias de distribución y el bajo desarrollo de las marcas determinan una dependencia muy severa de redes comerciales ajenas, que imponen los precios. La dependencia de la evolución del tipo de cambio ha sido clave en años pasados, pero la llegada de la moneda única obliga a ajustar los costes a una nueva realidad. Sumergidos Los empresarios valencianos han evitado asumir costes medioambientales para poder competir, pero también han dejado fuera de sus balances parte de los costes salariales a través del recurso a la economía sumergida, según el estudio. Así, han evitado pagar salarios adecuados, gastos sociales y fiscales y han podido reajustar plantillas sin gasto de acuerdo con los ciclos económicos, una contribución más al espejismo. Pero a los condicionantes propios del tejido empresarial se suman otros externos. Por ejemplo, el escaso peso de las empresas multinacionales en la Comunidad, que apenas concentran un 5% de la inversión global en España. También pesa la escasa integración de los sectores productivos, que no muestran ningún encadenamiento. Así, surgen "islotes industriales" que no guardan relación entre sí e impiden "economías de aglomeración". La escasa concentración de sedes empresariales de importancia en la ciudad de Valencia provoca, además, una desatención de las empresas de servicios avanzados que obliga a los trabajadores cualificados a emigrar. La asesoría avanzada procede así de empresas foráneas. El crecimiento del modelo valenciano se ve limitado a largo plazo por otros factores que no son estrictamente empresariales. La escasez de agua o las exigencias medioambientales son claves. Pero también es grave, según el análisis de Foro XXI, la ausencia de comunicaciones adecuadas a lo largo del eje Mediterráneo y, en otro orden, el "sobreendeudamiento" de la Generalitat, que hipotecará el ahorro cuando se produzca la "inevitable" inversión de la tendencia de los actuales tipos de interés.

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