El cóctel contra el sida fracasa en el 25% de los casos al cabo de un año
David Ho dice que el objetivo debe ser estimular el sistema inmune
![Milagros Pérez Oliva](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F97a0c94b-ac81-47d8-9bfb-3446e6cd7b4f.png?auth=5dc3de42d2bc819f90a3b4d0577320f27f1bc02bffdb8dd14dbc977a9970ff03&width=100&height=100&smart=true)
El sida no está tan cerca como parecía de poder ser considerada una enfermedad crónica controlable. Aunque los cócteles de fármacos han permitido que algunos pacientes lleven ya cinco años con niveles de virus indetectables en sangre, en la mayoría de los enfermos el resultado no es tan optimista. El tratamiento fracasa en el 25% de los casos al cabo de un año y el porcentaje crece conforme pasa el tiempo. Recientes estudios indican que en pacientes en los que el virus ya no es detectable en sangre, siguen estando en el semen.
"Incluso en los casos de más éxito, podemos controlar el virus en un periodo de dos o tres años, pero éste permanece latente en células que viven muchos años y, en cuanto suspendemos el tratamiento, vuelve a multiplicarse con la misma virulencia que antes", dijo David Ho, director del Aaron Diamond AISDS Research Center de Nueva York, que asiste en Sitges (Barcelona) a un simposio coordinado por Josep Maria Gatell, del hospital Clínico de Barcelona. Jonathan Shapiro, profesor de la Universidad de Stanford, indicó que los cócteles de fármacos han supuesto un gran avance, porque han permitido que al menos la mitad de los enfermos tratados se mantengan al cabo de un año con niveles de virus indetectables en sangre.
Pero una vez consolidado este avance, su alcance es limitado: la mayoría de los infectados evolucionará, tarde o temprano, hacia el sida, y por eso Shapiro advierte de que la euforia desatada por los nuevos tratamientos puede ser peligrosa porque puede llevar a un exceso de confianza. "Incluso en los pacientes en que hemos logrado que el virus esté en niveles indetectables en sangre, recientes estudios han revelado que el semen conserva suficiente concentración de virus como para poder contagiar la enfermedad". Los investigadores tratan de lograr mecanismos de administración de los tratamientos que eviten el alto porcentaje de abandonos que ahora se producen, lo que está aumentando la tasa de resistencias a los fármacos. Ya se han ensayado, según William Powderly, director de la Unidad de Ensayos Clínicos sobre el Sida de la Universidad de Washington, tratamientos que se administran dos veces al día y han demostrado ser tan eficaces como los actuales, que se administran en tres tomas de múltiples pastillas. Pero por mucho que se avance en este campo, los resultados siempre serán limitados, porque los fármacos disponibles lo único que consiguen es mantener al virus agazapado un tiempo.
Respuesta inmunitaria
Teniendo en cuenta que la investigación sobre una posible vacuna no ofrece aún esperanzas, David Ho defendió la necesidad de centrar la investigación en estimular el sistema inmunológico del propio individuo. "Tenemos indicaciones de que puede llegar a mantener el virus bajo control en niveles bastante aceptables". Precisamente ayer se supo que un equipo norteamericano ha descubierto una particularidad de los glóbulos blancos de las personas resistentes al sida que podría explicar por qué estas personas, habiendo tenido contacto con el virus, no han resultado contagiadas. Sharon Stranford, de la Universidad de California en San Francisco explica en la revista Nature que las células CD8 (los glóbulos blancos) juegan un papel sorprendente en estas personas, tras examinar a sesenta hombres y mujeres que habían mantenido contactos sexuales sin protección o habían compartido jeringas con personas infectadas sin haberse contagiado. Al comparar en laboratorio el comportamiento de los linfocitos de estas personas al entrar en contacto con el virus respecto a los de otras que nunca habían estado en riesgo de contagio, se observó que el comportamiento de las céluas CD4 era igual en ambos grupos, pero no el de las CD8.
En el caso de las personas resistentes, sus CD8 lograban detener rápidamente la replicación del virus sin matar al mismo tiempo las células CD4 ya infectadas, como ocurre normalmente. También se observó que la capacidad de resistencia tenía relación con el tiempo de exposición. Ello ha permitido concluir que el primer contacto con el virus actúa a modo de vacuna, activando mecanismos del sistema inmunológicos que le permiten mantenerlo a raya. Averiguar cuáles son estos mecanismos es ahora el objetivo.
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