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FIN DEL "CASO LEWINSKY"

El Senado absuelve a Clinton

Ninguna de las dos acusaciones contra el presidente consigue siquiera la mayoría simple

Absuelto ayer por el Senado de las acusaciones de perjurio y obstrucción a la justicia, y por un resultado mucho mejor de lo que él mismo imaginaba hace apenas unas semanas, Bill Clinton puede terminar su segundo y último mandato presidencial. Atrás queda el caso Lewinsky, o al menos su fase de peligro directo para la continuidad de Clinton en la Casa Blanca. The Comeback Kid, el político de Arkansas que escapa una y otra vez de las simas en las que él mismo se mete, ha sobrevivido a 13 meses de investigación, procesamiento y juicio. Y con la satisfacción de comprobar que ni tan siquiera todos los miembros republicanos del Senado le declararon ayer culpable de los dos cargos contra él que, el pasado diciembre, aprobó la Cámara de Representantes.Fue la de ayer una jornada de alivio general para la clase política, y aún más para los ciudadanos de EE UU. El propio Senado expresó ese sentimiento al cerrar cinco semanas de juicio del presidente en un clima de aplausos, felicitaciones y hasta risas. También empleó humor al despedirse de los senadores William Renhnquist, el presidente del Tribunal Supremo, que, con su toga negra con galones dorados en las mangas, ha dirigido todas y cada una de las sesiones, ante las cámaras de televisión o a puerta cerrada, del segundo juicio de un presidente de EE UU en la historia del país. "Habiendo juzgado el Senado a William Jefferson Clinton por los dos artículos de impeachment presentados por la Cámara de Representantes, y no habiéndole declarado culpable de ninguno de los dos por la requerida mayoría de dos tercios, el Senado proclama que William Jefferson Clinton es absuelto de todos los cargos", dijo Rehnquist en el veredicto final de este asunto de sexo y mentiras que comenzó el día de noviembre de 1995 en que el presidente y la becaria sostuvieron su primer encuentro sexual en la Casa Blanca y salió a la luz en enero del pasado año, cuando se supo que el fiscal independiente Kenneth Starr le había hincado el diente.

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Derrota republicana

Clinton fue absuelto, y no sólo porque el Senado no reunió la necesaria mayoría constitucional de dos tercios para declararle culpable y destituirle. En lo que fue una severa derrota para el grupo republicano de la Cámara de Representantes, que en diciembre procesó a Clinton y ejerció de acusación durante el juicio, ninguna de las dos acusaciones obtuvo ni tan siquiera una simbólica mayoría simple. Un puñado de senadores republicanos les negó hasta esa victoria simbólica. La primera de las dos acusaciones, la de perjurio en su declaración ante el gran jurado orquestado por Starr al negar que sus relaciones con Lewsinky hubieran sido de naturaleza sexual, obtuvo 45 votos a favor de la declaración de culpabilidad y 55 en contra. La rechazaron todos y cada uno de los 45 senadores demócratas, más 10 de los 55 republicanos.

Trent Lott, líder de la mayoría republicana en la Cámara alta, señaló luego que esa votación probó que si algún grupo debe ser acusado de partidismo en el juicio de Clinton es el demócrata, que se pronunció como una piña a favor de su correligionario, y no el suyo, que expresó serias fisuras y disidencias. No obstante, Lott, que había declarado a Clinton culpable de las dos acusaciones, expresó su satisfacción por las buenas maneras y el espíritu de cooperación entre los dos partidos que caracterizó el paso por el Senado del caso Lewinsky. Como él, el 62% de los estadounidenses cree que el presidente recibió un juicio honesto y limpio.

La segunda acusación, la de obstrucción a la justicia al presionar a Lewinsky y otros testigos para que confirmaran su versión de los hechos, tampoco obtuvo mayoría simple. Votaron a favor 50 republicanos y en contra los 45 demócratas y 5 republicanos. Este puñado de correligionarios también negó a Henry Hyde y sus acusadores la satisfacción de una victoria pírrica.

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Cerrar heridas

Al veredicto siguió una catarata de declaraciones a favor de cerrar las heridas entre la Casa Blanca y el Congreso, los republicanos y los demócratas, la clase política y la opinión pública, los hijos de la revolución cultural de los años sesenta y los conservadores. Y de llamamientos a concentrarse en los asuntos que preocupan al pueblo. Las hicieron Lott, Hyde y otros republicanos partidarios de la destitución de Clinton, que pusieron el acento en que la Constitución ha funcionado y el Congreso ha cumplido su misión de estudiar el caso Lewinsky que le transmitió, el pasado septiembre, el fiscal Starr. Los republicanos añadieron que el Congreso debe ahora concentrarse en asuntos legislativos.

También hicieron comentarios conciliatorios la Casa Blanca y los legisladores demócratas, que evitaron la menor euforia, el menor triunfalismo. El portavoz de la Casa Blanca, Joe Lockhart, dijo que "se han cumplido con creces los criterios...de Justicia, bipartidismo y constitucionalidad" y aseguró que esta opinión no se debe al resultado del proceso sino a cómo se ha desarrollado.

"Nadie sale fortalecido de este asunto", dijo Tom Daschle, líder de la minoría demócrata en el Senado. Daschle ofreció reforzar ese rechazo con la aprobación de la moción de censura del comportamiento de Clinton presentada por su grupo. Pero el grueso del grupo republicano se negó a considerar esa posibilidad. Habiéndoselo jugado a todo o nada, el núcleo conservador del partido del elefante aceptaba su derrota y sólo deseaba pasar página. Como la mayoría de los norteamericanos. El caso Lewinksy comenzó ayer a ser historia.

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