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Gil-Robles abre la vía a una rápida segunda moción de censura contra la Comisión Europea

Xavier Vidal-Folch

El presidente del Parlamento Europeo, José María Gil-Robles, ha abierto el paso a una segunda y acelerada moción de censura contra la Comisión. Presentó una propuesta para adelantar el calendario de trabajos, de forma que sea técnicamente factible dentro del mes de marzo, coincidiendo con la trascendental cumbre de Berlín que puede así quedar reventada. Mientras, holandeses de la Cámara y la Comisión estrecharon su alianza contra los comisarios mediterráneos.El asunto, aparentemente de procedimiento, lleva calado político. En el trílogo sostenido el miércoles en Estrasburgo con la Comisión y el Consejo, el presidente del Parlamento anunció lo que parece un mero cambio de calendario. La miniplenaria parlamentaria de Bruselas, prevista para los días 24 y 25 de marzo -simultáneamente al Consejo Europeo de Colonia- se adelantará al día 22.

Tras el dictamen que el Grupo de Sabios emitirá el 15 de marzo sobre los casos de mala gestión y fraude registrados en la Comisión, su presidente, Jacques Santer, comparecerá el 22 ante el hemiciclo. La idea original era mantener la fecha del 24-25, debatir entonces el informe de los sabios, tomar nota de si se presentaba una moción de censura -casi seguro que la derecha nacionalista francesa de De Villiers lo hará- y votarla en abril.

Cumbre de Berlín

Con el adelanto al día 22, una segunda censura podría votarse el mismo día 25 -pues sólo se requieren 48 horas de plazo previo- con lo que la Cámara, con su presidente al frente, disputará el protagonismo a los jefes de Gobierno reunidos en la cumbre de Berlín que puede quedar políticamente reventada. Y Santer, uno de los pocos apoyos con que cuentan los líderes mediterráneos en la "batalla financiera" de la Agenda 2.000, podría no acudir a Colonia. Los presidentes de grupos parlamentarios aprobaron ayer la propuesta, con el argumento de que el día 22 podrá comparecer, y el 25 le será imposible.Parlamentarios del PP español -el partido de Gil-Robles- se mostraban desazonados por la actitud del presidente, pues apoyan la continuidad del Ejecutivo comunitario, como quiere José María Aznar para no encontrarse sólo en el debate financiero. El Gobierno español ha hecho ya llegar al presidente de la Cámara su disgusto por lo que considera "su giro poco acorde con su papel institucional", según fuentes gubernamentales.

Mientras, la tenaza holandesa contra los comisarios mediterráneos, útil para Alemania, se afianza. El secretario de la Comisión, el holandés Carlo Trojan, ha propuesto enviar a varios funcionarios del programa Leonardo de formación profesional ante los tribunales, a "efectos informativos": la investigación interna concluida no les imputa indicios de delito. Y el ponente parlamentario del informe sobre la ejecución del presupuesto de 1997, el también holandés Lawrence Brinkhorst, pretende excluir del examen de ese ejercicio las irregularidades en las ayudas para seguridad nuclear a Rusia y Europa oriental, que gestiona el comisario holandés Hans Van den Broek. El ponente pretende circunscribirse al programa Leonardo (responsabilidad de la francesa Edith Cresson) y la ayuda a los palestinos (a cargo del español Manuel Marín). Brinkhorst protagoniza un caso de conflicto de intereses -será juez y parte-, pues antes de ser parlamentario fue alto funcionario en la Comisión, y volverá en principio a ella, por cuanto acaba su mandato y no se presenta a las elecciones. Quiere la Embajada de la Comisión en Moscú.

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