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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Deslealtad

La decisión del bloque nacionalista en el País Vasco de ceder la sede del Parlamento de Vitoria para que se reúna en julio la autodenominada Asamblea Kurda en el Exilio constituye, fundamentalmente, un nuevo acto de deslealtad del PNV hacia el Gobierno central. Pues tal ofrecimiento no hubiera sido posible sin los votos del primer partido de Euskadi, que viene así a minar la política exterior española de buenas relaciones con Turquía. Estamos hablando, además, del décimo cliente de España y de un país donde también los empresarios vascos tienen importantes intereses, como ayer se encargaron ellos mismos de recordar a quienes han votado tan alegremente por el agravio a Turquía. Desde su constitución en 1995, esta Asamblea, integrada por 65 autodesignados, que no elegidos, representantes kurdos -y que Ankara vincula al Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), al que atribuye numerosos atentados -, se ha reunido cada pocos meses en diversas capitales y sedes parlamentarias, entre ellas, en Roma. La cuestión que plantea este caso es si la política exterior española debe regirse por el Parlamento de una comunidad autónoma o por el Gobierno de España, como ordena la Constitución en su artículo 97. La decisión del PNV y de EA, siguiendo la estela de EH, parece responder más al deseo de que no haya un día sin provocación que a un proyecto político. Lo peor de todo es esta dinámica de permanente puesta a prueba del PNV por parte de EH, seguida de su repercusión como desafío del PNV al Gobierno de España.Ello no significa ignorar que Turquía está lejos de ser un modelo en materia de democracia y de derechos humanos, o que el kurdo es uno de los grandes problemas sin resolver en la vecindad de Europa. Catorce años de conflicto han costado la vida a casi 30.000 personas. Se trata de un problema de enorme alcance, que implica a varios estados y que en ningún caso debería utilizarse para buscar inútiles propagandas o ridículas similitudes, tal y como se intenta ahora por el nacionalismo vasco.

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