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Los senadores de EEUU preparan a puerta cerrada su veredicto en el juicio al presidente Clinton

Los medios de comunicación protestaron, pero la mayoría del público suspiró con alivio cuando el Senado de Estados Unidos decidió ayer celebrar a puerta cerrada sus deliberaciones finales en el juicio al presidente Bill Clinton por perjurio y obstrucción a la justicia. Una propuesta a favor de cambiar la regla del secreto de las deliberaciones, adoptada el pasado siglo en el juicio del presidente Andrew Johnson, recibió 59 votos a favor y 41 en contra. Fue insuficiente, porque, al igual que la posible declaración de culpabilidad de Clinton, ese cambio de reglas requiere una mayoría cualificada de dos tercios. Las grandes cadenas estadounidenses de noticias -CNN, MSNBC y Fox News- protestaron vivamente contra la decisión del Senado. Desde el comienzo del juicio, el pasado 6 de enero, esas cadenas han ido transmitiendo íntegramente y en directo todas y cada una de las fases públicas del juicio. Pero el pueblo norteamericano, aunque partidario de la transparencia en este juicio, no se sintió particularmente frustrado. Ya hace semanas que el caso Lewinsky y el juicio a Clinton despiertan nulo interés entre los estadounidenses. Influye en esa indiferencia, además del cansancio por un asunto que ya dura 13 meses, el hecho de saber cuál es el resultado final del culebrón.

Cuando los senadores terminen sus deliberaciones a puerta cerrada -el jueves o el viernes-, no existirá la necesaria mayoría de dos tercios fijada por la Constitución para declarar culpable y destituir al titular de la Casa Blanca. La gran mayoría de los 45 senadores demócratas ha hecho explícita su intención de votar a favor de la absolución de su correligionario. Los 100 miembros del Senado disponen desde ayer de 15 minutos por cabeza para expresarse sobre los cargos que se le imputan a Clinton. No obstante, Trent Lott, el líder de la mayoría republicana, les pidió brevedad.

Contagiados por las ganas generales de terminar ya con el juicio, los senadores también rechazaron ayer una petición para estudiar si el ex periodista del Washington Post, y actual consejero de la Casa Blanca, Sidney Blumenthal cometió perjurio en su declaración como testigo la pasada semana. Blumenthal negó bajo juramento haber difundido a terceros, y en particular a periodistas, los comentarios despectivos sobre Monica Lewinsky que le había hecho Clinton. Dos periodistas han puesto en graves aprietos a Blumenthal al firmar sendas declaraciones juradas afirmando que el consejero de la Casa Blanca les hizo el pasado año esos comentarios.

El Senado ha prometido que, a lo más tardar el viernes, se habrá pronunciado sobre la destitución del presidente. Entonces, el juicio se considerará definitivamente cerrado y comenzarán unas cortas vacaciones. El lunes, el congresista republicano Henry Hyde declaró en sus argumentos finales que "el cinismo ha sido el más duro enemigo" de la acusación que él ha dirigido. Clinton, según Hyde, va a ser absuelto por "la generalizada convicción de que todas las políticas y todos los políticos son por definición corruptos y venales". Ante la inminencia de la absolución del presidente y a fin de no quedar ante la historia como cómplices de su comportamiento en el caso Lewinsky, los senadores demócratas, dirigidos por Tom Daschle, seguían presionando ayer para que se apruebe una censura contra Clinton una vez terminado el juicio. Esa resolución critica duramente a Clinton y califica su comportamiento , según el borrador propuesto por los demócratas, de "vergonzoso, irresponsable e indefendible". Pero los republicanos seguían ayer sin ganas de apoyar la censura. Insistían en que todo aquel que condene a Clinton debe apoyar el empleo del único mecanismo constitucional previsto para castigar a un presidente que comete "graves crímenes y fechorías": la destitución. En cualquier caso, los debates sobre esa posible censura no comenzarían hasta la próxima semana.

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