Un estudiante de Bellas Artes ataca las obras de Chillida y Oteiza en Barcelona
Un pintor anónimo, estudiante de Bellas Artes, atacó a finales de enero las obras de Jorge Oteiza y Eduardo Chillida que se exponen en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba). La pieza que salió peor parada fue la escultura La ola de Oteiza, una ampliación de una pequeña pieza de 1957. El atacante lanzó contra ella un bote de pintura, pero durante las tareas de limpieza posterior los operarios se llevaron buena parte de la pátina que la recubre. Bajo el mural de Chillida, el estudiante realizó una pintada. Los responsables del museo de la capital catalana le han restado importancia a los ataques. PASA A LA PÁGINA 9
La pátina de la escultura de Oteiza tendrá que ser restaurada por completo
VIENE DE LA PÁGINA 1 El Macba vivió en los últimos días de enero sus jornadas más movidas por la actividad del pintor anónimo. Los días 27, 28 y 29, coincidiendo con la inauguraciones de una exposición de la escultora Susana Solano, se saldaron con tres operaciones de limpieza de urgencia y con la escultura de Oteiza dañada. La pieza que el autor de Orio cedió al centro se instaló enfrente de su fachada el pasado julio. El Macba y la empresa de seguridad responsable de su vigilancia han interpuesto sendas denuncias y esperan que el atacante, un estudiante de Bellas Artes del barrio del museo, asuma los gastos de la restauración de La ola y responda por las lesiones que sufrió uno de los guardias jurados. Ya sea en un arrebato o por reivindicación, el 29 de enero, y a plena luz del día, el espontáneo lanzó un bote de pintura roja contra La ola y obligó a la dirección del centro a encargar una limpieza inmediata. Según el gerente del museo, John S. Zvereff, los responsables de la operación sólo emplearon agua, no disolventes. Pero lo cierto es que se llevaron por delante la mancha y buena parte de la pátina de pintura negra que recubría la obra, dejando a relucir su interior de aluminio. La dirección del Macba ya ha encargado la restauración. El taller de Mataró que facturó la pieza -con un coste aproximado de 10 millones- ampliando las dimensiones de una pequeña escultura de 1957, ya ha recibido el encargo para su reparación. Según una portavoz del taller, regentado por Pere Casanovas, la operación requerirá el traslado de la pieza, que pesa unos 3.500 kilos, a la capital del Maresme, eliminar los restos de la actual pátina y volver a recubrirla. Zvereff asegura que aún no conoce el monto del arreglo. Una "protesta" La historia empezó el día 27, cuando la fachada blanca del museo diseñado por Richard Meyer amaneció con un grafitti tatuado: una pequeña danza de monigotes sonrientes cogidos de la mano. Por su tamaño, el pintor empleó un buen rato en la faena sin ser advertido por los servicios de seguridad, que disponen de cámaras de vigilancia para controlar la fachada. El director del Macba, Manel Borja-Villel, cree que el atacante "protesta porque no tiene una oportunidad". Personas que conocen los hechos aventuran que "expone fuera del museo lo que no puede exponer dentro". Lo cierto es que la dirección del centro hizo desaparecer su primera oportunidad ese mismo día. Al día siguiente, jornada en que se inauguraba la muestra de Susana Solano, la fachada del museo sufrió un nuevo atentado en la torre lobulada y con pequeñas manchas lanzadas con huevos rellenos de pintura. Pero no se quedo ahí. Debajo del mural que Chillida instaló en septiembre en un muro colindante al museo, inscribió el siguiente texto: "Del carajo de la vela". Con esa frase exacta definió el presidente del PNV, Xabier Arzalluz, la "egolatría" del fallecido presidente de la Generalitat Josep Tarradellas. Colores e inscripción fueron borradas de inmediato, no sin un altercado con el director, el gerente y la seguridad. Testigos presenciales aseguran que el espontáneo llegó a manchar con pintura a Borja y a Zvereff. El día 29, la actividad del espontáneo terminó con la intervención de la Guardia Urbana. Llegó al centro con la intención de entrar. Adquirió su pase, pero no accedió a las salas. Los guardas de seguridad se lo impidieron y quiso recuperar el importe. Salió al exterior y, con un bote de pintura roja que llevaba escondido, se acercó a la obra de Oteiza y se la lanzó. Los municipales le detuvieron. En uno de los altercados, el pintor sacó una navaja de plástico. Pero entre los nervios, la confusión y el forcejeo, uno de los guardias salió con un pie lesionado. Tanto el gerente como el director del Macba, que destina unos 60 millones al año en concepto de seguridad, restan gravedad a los hechos. Zvereff apunta que "en Barcelona se hacen pintadas cada día". Añade que la seguridad del museo "tiene limitaciones y sólo puede ser preventiva". Borja asume que "si alguien quiere lanzar algo al museo lo puede hacer", pero apunta que la obra de Oteiza "es dura y está hecha para permanecer en el exterior".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.