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El Senado busca un digno final del juicio a Clinton tras oír al tercer testigo

El último testigo convocado por la mayoría republicana del Senado de Estados Unidos para intentar demostrar que Bill Clinton obstruyó la justicia en el caso Lewinsky declaró ayer en Washington. El polémico asesor de la Casa Blanca Sidney Blumenthal fue quien, el año pasado, transmitió al gran jurado de Kenneth Starr la teoría, creada por Clinton, de que fue Monica Lewinsky quien acosó al presidente. Las voces que han criticado la convocatoria de Blumenthal alegan que, en este punto, su testimonio no va a añadir nada al juicio.

El proceso del impeachment del presidente estadounidense entra ya en su fase final mucho más como una guerra política que como el legítimo juicio a Clinton. La metáfora del momento es que el impeachment es un enorme avión en el aire y hay que ver cómo aterriza. Republicanos y demócratas aseguran que se cumplirá el compromiso de efectuar la votación final el día 12. La nueva declaración de Blumenthal ayer, tras la de Monica Lewinsky y la del amigo y confidente presidencial Vernon Jordan, el lunes y el martes, respectivamente, se consideraba poco más que una anécdota. El recalcitrante asesor de Clinton fue sometido a preguntas sobre cómo transmitió información falsa de su jefe ante el gran jurado, y cómo se creó la increíble teoría de que fue Lewinsky quien acosaba al presidente.

Son detalles que, según Henry Hyde, el principal acusador del bando republicano, contribuyen a reforzar el caso. En su declaración de anteayer, Vernon Jordan, reconoció por primera vez que había desayunado con Lewinsky en diciembre de 1997, cosa que había negado ante Starr. Pero reiteró que no le pidió a la ex becaria que destruyera ninguna evidencia incriminatoria. Hyde cree que este tipo de detalles "amplifican" y "refuerzan" los cargos contra Clinton. El tramo final del impeachment puede ser aún más espinoso. Hoy mismo se debe someter a votación la necesidad o no de volver a interrogar a Lewinsky, Jordan y Blumenthal en el pleno del Senado. Como esta posibilidad cada vez parece más lejana, se discutirá si al menos los senadores van a poder usar en sus argumentos finales algunas partes de los vídeos que se han grabado en los interrogatorios de esta semana. Varios republicanos creen que ver estos vídeos es una cuestión de interés público, mientras que otros reconocen que no hay nada que ver.

Hasta ahora, los senadores sólo han visto las grabaciones en privado, y tienen prohibido hablar sobre los contenidos. Lo que informa sobre ese punto la prensa de EEUU ha sido facilitado por fuentes anónimas. Si se hubiera producido una revelación que diera la vuelta al caso, es decir, que inclinara la balanza hacia la destitución de Clinton, ya habría trascendido.

El procedimiento normal para acabar el juicio sería escuchar los argumentos finales de los senadores y luego someter a voto los dos artículos de impeachment (perjurio y obstrucción a la justicia). Pero los republicanos, y de hecho algunos demócratas, quieren algo más. Como ambos bandos saben que la votación del día 12 será a favor de la continuidad de Clinton en el cargo, ahora cobra fuerza en el Capitolio una fórmula impulsada por los republicanos para hacer algún tipo de repaso en voz alta y en público en el Senado sobre las ilegalidades cometidas por el presidente.

Esto es una fórmula retorcida e inconstitucional de lo que hasta ahora se llamaba "declaración de censura" que favorece más las intenciones de los republicanos, pero que tendrá una gran oposición en el bando demócrata. Los términos de la censura, en principio, iban a redactarse después de la votación de impeachment.

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