_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Turismo

Miquel Alberola

MIQUEL ALBEROLA Desde que nos gobierna la derecha litoral -la hostelera, y algunos abogados muy pertrechados en la delgada orilla que bordea la ley-, el turismo se ha convertido en el asunto más ostensible de este país. Es una razón de Estado muy poderosa, fundamentada quizá en un cierto victimismo anterior del ramo, a menudo justificado por la descompensación por el esfuerzo realizado en algunos municipios desbordados por la avalancha de visitantes. Ahora, fruto de la coyuntura política, casi todo se proyecta en función de este modo de economía basado en el ocio: Terra Mítica, la Ciudad de la Luz de Alicante, el Proyecto Cultural de Castellón, la trasformada Ciudad de las Ciencias, la ley de ordenación del territorio, la ley de municipios turísticos, la elasticidad de algunos planes generales de ordenación urbana... Sin duda alguna, el turismo ha sido un factor clave en la transformación de la sociedad valenciana y supone una inyección vigorosa en nuestra riqueza pública, puesto ha reanimado zonas condenadas a la escasez, ha desarrollado el sector de los servicios y ha dinamizado la construcción, que es la actividad que arrastra al resto de los sectores. Pero cualquiera que se deje conmover por el eco de la soflama oficial y por el resplandor de las hogueras que estos días ha encendido el Consell en el recinto ferial Juan Carlos I de Madrid, con motivo de Fitur, puede concluir que más allá del turismo en esta tierra no hay vida posible. En el pasado, con la derecha naranjera, hubo una simplificación total entre la actividad citrícola y la economía valenciana, hasta el punto que daba la impresión de que este territorio formaba parte del paisaje de la naranja y no al contrario, con todos los efectos hortofrutícolas secundarios de este nefando estereotipo. En cierto modo, empieza a ocurrir lo mismo con el turismo. Se vuelve a consagrar la parte por el todo, despreciando la diversidad de sectores que configuran nuestra personalidad económica. En estos días en que no se sabe a ciencia cierta dónde empieza Fitur y dónde acaba el congreso del PP, ya que con frecuencia los intereses, los actores y los escenarios se confunden en un mismo discurso, esta malversación se hace más patente.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_