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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tregua nuclear

GERHARD SCHRÖDER ha logrado una tregua sobre el futuro de la energía nuclear con los industriales de su país, con sus socios verdes de la coalición de Gobierno y, previsiblemente, con Francia y el Reino Unido. Al renunciar a la fecha del 1º de enero del 2000 para la prohibición de las exportaciones de residuos para su reciclaje, el canciller alemán ha ganado tiempo. Pero esta decisión pone de relieve que la coalición rojiverde se había lanzado por el camino de la desnuclearización de la energía civil alemana sin una preparación técnica y política suficiente. En esta primera ronda - y pese a su reconocimiento de la "primacía de la política" tras la entrevista con Schröder- han ganado los industriales. A más largo plazo, sin embargo, parecen tener la batalla perdida ante la opinión pública, y frente a otras alternativas energéticas más baratas y seguras, como el gas.Un tercera parte de la energía alemana es producida en sus 19 centrales nucleares, cuyos plazos de explotación varían, pero se pueden contar en lustros. En su pacto de Gobierno con Los Verdes, los socialdemócratas se comprometieron a presentar en los primeros cien días, es decir, antes del próximo 3 de febrero, un proyecto de ley para el abandono gradual de la energía nuclear. Se va a retrasar varias semanas, hasta después de la próxima reunión entre los representantes de la industria nuclear y el Gobierno, prevista para mediados de marzo. El Ejecutivo se ha dado un año para negociar con la industria el programa de cierre nuclear.

El objetivo era, hasta ahora, poner fin a las exportaciones de residuos, para almacernarlos localmente, lo que se ha descubierto técnicamente imposible en el tiempo previsto, y hubiera obligado al cierre de varias centrales. Ahora se irá examinando cada central caso por caso. Se han impuesto las realidades. "No es técnicamente posible", reconoció Schröder, cuyos primeros tiempos al frente del Gobierno han sido bastante mediocres en casi todos los campos.

No parece que el quiebro de Schröder respecto a la energía nuclear vaya a tener consecuencias sobre la estabilidad de la coalición, pues, pese a la irritación de su impaciente ministro de Medio Ambiente, Jürgen Trittin, la prioridad de Los Verdes es su permanencia en el Ejecutivo, aunque no les resulte fácil explicar lo ocurrido a sus propias bases. Por otra parte, los socialdemócratas han empezado a reconocer que su política podría tener consecuencias internacionales, en razón de los contratos firmados al respecto con Francia y el Reino Unido, con lucros cesantes de varios cientos de miles de millones de pesetas para las empresas de esos países en los próximos años. Esto ha hecho que la cuestión de la energía nuclear se mezcle, de modo inoportuno, con las negociaciones para la nueva financiación de la Unión Europea, con una Alemania que quiere que Europa le cueste menos.

Alemania puede decidir autónomamente su política energética. Pero ésta es una cuestión que tenderá a europeizarse, pese a las resistencias de Francia, cuya producción energética está nuclearizada en un 80%. La seguridad medioambiental de Alemania, como de otros países, no depende sólo de sus propias centrales, sino de las de sus vecinos, al Oeste y al Este.

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