La obsesión por Monet en el siglo XX llega a la Royal Academy
Un millón de personas visitarán la exposición en Boston y Londres
La Royal Academy de Londres cede sus instalaciones al maestro impresionista Claude Monet, en una exposición centrada en sus últimos 20 años de existencia y destinada a alcanzar cuotas imprecedentes de asistencia. En anticipación a su inauguración, hoy sábado, cerca de 150.000 personas han reservado entradas para ver la colección de 79 pinturas incluidas en Monet en el siglo XX, que con anterioridad estuvo en Boston.
La exposición, que llega a Londres desde el Museo de Bellas Artes de Boston, será visitada en total por más de un millón de turistas y amantes del arte.La Royal Academy ha acondicionado sus instalaciones con una carpa para proteger la cola de público del viento y de la lluvia y dos tiendas provisionales abarrotadas de todo tipo de objetos de mercado, en previsión de la avalancha humana que visitará Monet en el Siglo XX.
El maestro del color y de la luz se ha convertido en la superestrella del circuito artístico, con un poder de atracción de las grandes masas similar al que suscitan actores, cantantes y futbolistas. El precio de las localidades -nueve libras (unas 2.200 pesetas)- es excepcionalmente elevado, pero el ritmo de las ventas marcha en línea con las expectativas que suscita un encuentro de fútbol o una obra de teatro con los mejores actores del momento.
"Es un artista muy accesible cuya obra se puede interpretar y apreciar a varios niveles. Sus motivos son fácilmente reconocibles y cercanos al gran público", señala el profesor de la Universidad de Massachusetts y co-comisario de la muestra, Paul Hayes Tucker, al explicar el poder de atracción de Monet. De los 450 cuadros que Monet produjo desde 1900 hasta su muerte, en 1926, la exposición selecciona 79 pinturas centradas en una triple temática: su jardín de Giverny, a corta distancia de París, e impresiones de Londres y Venecia. Se agrupan en series, modalidad que el maestro venía reproduciendo desde finales del siglo anterior, con el objetivo, explica Mary Anne Stevens, comisaria principal de la Academia, "de redescubrir a un artista que está obsesionado con la idea de pintar y que se reinventa durante este periodo". "La muestra es una visión radical de Monet".
La obsesión es, a simple vista, fácil de reconocer. El jardín de flores y, principalmente, los nenúfares que hizo plantar en el estanque de su jardín de Giverny se repiten constantemente en la trayectoria final del gran maestro. Por otra parte, el resultado de sus escasas salidas de Giverny son unas melancólicas visiones de Londres, con el río Támesis como motor del juego de luz, color y reflejos, y unas impresiones de los puntos más turísticos de Venecia. El agua es invariablemente el espejo que permite a Monet construir sus famosos mundos invertidos.
"El paisaje es secundario, lo prioritario es lo que flota en el agua. Monet explora la realidad de las superficies y la superficie del propio lienzo. Graba la profundidad y retroceso de los paisajes como si fuera la inversión del mundo", dice Stevens.
Entre las series que llegan a Londres aparecen cuadros que Monet exhibió o vendió en vida, lienzos inconclusos y bocetos que nunca salieron de su estudio de Giverny. Estas obras inacabadas, cuya presencia en la muestra es motivo de algunas críticas negativas, dan pie al visitante a meditar sobre el proceso de construcción de Monet y a decidir por sí mismo si su calidad se equipara a los conjuntos pictóricos que el artista envió personalmente a sus numerosas exposiciones. En estos ensayos, centrados en su mayoría en detalles de nenúfares, Monet explora nuevos formatos, composiciones e, incluso, estilos que le ayudarán a realizar su serie maestra: las llamadas Grandes Decorations, que cedió al Estado francés en conmemoración de la victoria aliada en la I Guerra Mundial y que se exhiben en L'Orangerie de París.
En su estudio se conservaron 19 de estos grandes paneles decorativos del estanque de Giverny, y cuatro de ellos marcan la apoteosis de la exposición organizada conjuntamente entre Londres y Boston. Los expertos valoran estos cuadros, como los precursores de la abstracción expresionista.
Semillas y relojes
Una producción sin precedentes de objetos de alusivos a la exposición rodea la muestra de Monet que concluye el 18 de abril. En las tiendas de la Academia están a la venta desde jarrones, relojes y bolígrafos hasta semillas para plantar las flores y los nenúfares que Monet tanto apreciaba. Una cadena de supermercados vende en exclusiva bolsas de plástico con una reproducción del jardín de Giverny. Y, entre otros, el Hotel Savoy, donde el maestro se alejó en sus últimos viajes a Londres, sirve un cóctel Monet y otros aperitivos con los nombres de algunas de sus pinturas."Es una indicación sobre las expectativas de nuestra sociedad, que ya no se conforma con una postal como souvenir, sino que quiere segmentos de la experiencia de Monet", admite Stevens con pesar. Y continúa: "Atenúa el significado del artista porque es una forma de recaudar dinero que no guarda ninguna relación con el próposito al que él aspiró en su vida".
Babelia
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