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"No han conseguido terminar conmigo, ni lo conseguirán"

Pregunta. ¿Cuáles son sus planes para el hospital La Fe? Respuesta. Alguien podía interpretar presuntuoso por nuestra parte que en un tema tan importante como éste íbamos a tomar una decisión a tan escaso tiempo de unas elecciones. Nosotros encargamos un estudio para conocer el impacto que iba a tener la apertura del hospital de Alzira en La Fe, al quedarse liberada de 230.000 personas, aunque La Fe no reducirá actividad porque se dedicará a otras cosas como la cirugía sin ingreso, con la idea de utilizar al máximo no sólo el edificio sino el personal, que en su mayor parte va a seguir trabajando. Además había que analizar la situación arquitectónica del edificio, en el que no hemos invertido más que unos 500 millones al año para mantenerlo. Se ha paralizado cualquier reforma porque ya no merecen la pena todas esas inversiones, sabiendo que había un informe que dice que saldría muchísimo más barato hacer un edificio nuevo que rehabilitarlo. La gran noticia de que vamos a tener un hospital totalmente nuevo, con inversiones que rondarán los 20.000 o 30.000 millones, la oposicion tiene la habilidad de convertirla en una mala noticia o hacerme comparecer en las Cortes, donde estoy encantado de poder anunciar la adaptación de La Fe a las necesidades actuales. P. Pero ese estudio habla de la desaparición de unas mil camas. R. Ese nuevo hospital que hay que construir va a tener alrededor de 1.000 camas, por lo tanto no va a haber ninguna merma, ya que si unimos las 250 del hospital de Alzira a las 300 que tendría un nuevo hospital que estudiamos construir y que haría una de las funciones que hasta ahora realizaba La Fe, la de hospital comarcal básico, tenemos las 1.600 camas que tiene en estos momentos La Fe, que es un hospital de referencia con superespecialidades; no creo que sea bueno que además de grandes intervenciones quirúrgicas cardiologicas y trasplantes tenga que operar también apendicitis o pequeñas fracturas que podrían ir a otro hospital. P. ¿Dónde se construirán el nuevo edificio de La Fe y ese centro complementario? R. Para eso vamos a encargar ahora un plan director que especifique lo que debe ser La Fe y si conviene que ese otro hospital esté en el mismo edificio o fuera. Lo que está claro es que en los actuales terrenos siempre habrá un hospital, el nuevo de La Fe o el complementario comarcal. P. El TSJ ha anulado su modelo retrubutivo para los médicos y usted lo mantiene. R. Cuando se gobierna se marcan unos objetivos y el nuestro era abrir los hospitales por la tarde, porque teníamos una lista de espera. Antes había unos médicos que cobraban 130.000 más que otros haciendo el mismo trabajo, que es una forma de retribuir injustamente con unos planteamientos dogmáticos, y se intentó arreglar esta injusticia. La consejería dice que aquellos médicos que no pueden operar o pasar consulta porque están ocupadas, puedan ir al menos seis tardes al mes, y aquellos que quieran quedarse con su complemento de exclusividad, que sepan que podrán trabajar por la mañana o por la tarde. Eso es bueno para los ciudadanos y lo demuestran las más de 32.000 personas intervenidas por la tarde desde que entra en vigor ese decreto [1996], las 92.000 exploraciones y las casi 40.000 consultas. P. Pero hay una sentencia judicial en contra. R. El gobierno tiene la capacidad no sólo de gobernar con las leyes que le han dejado, sino de cambiar las leyes. ¿Qué hace el Gobierno? Recurrir la decisión de un tribunal, puesto que tiene derecho, y a pesar de todo, por si acaso, cambia la legislación. Para eso gobierna y para eso están las Cortes Valencianas, donde se envía la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos, que le da respaldo y cobertura jurídica. P. ¿Y si el Tribunal Supremo no les da la razón? R. Es igual, hay una ley valenciana. ¿Qué es prioritario, seguir las leyes ideológicas que promulgó el PSOE, o la voluntad del PP de tener los hospitales abiertos por las tardes? Mire, lo que no gobierna un país es un Tribunal Supremo, el que gobierna es un Gobierno. Si tiene unas leyes que no le van bien, las cambia. No se trata de lo que diga el tribunal sino lo que diga la ley, y la ley, al tribunal se la hemos cambiado, ya está. P. Hay otra sentencia del TSJ contra la subida salarial que puso fin a la huelga de 1995. R. No es una sentencia firme. ¿Qué hace una consejería con las resoluciones jurídicas? Lo que tiene que hacer, recurrirlas. Yo mismo he pasado por el trance de tener que recurrir la sentencia de un juez que no estaba de acuerdo con que revelase una serie de secretos sobre la hepatitis C y después el TSJ me ha dado la razón. Hay una Ley General de Sanidad que me obligaba a informar a los ciudadanos del brote epidémico. Fuimos los últimos en España en resolver la famosa huelga y días antes el Insalud, que entonces seguía gobernado por el PSOE, la resolvió como nosotros. Allí le dan un cariz distinto al relacionar la subida salarial con la productividad y aquí a lo mejor no supimos ligarlo. Y ese 30% más de intervenciones que se debe a los médicos, ¿es que eso no es productividad? A lo mejor estamos produciendo mucho más que en Madrid. Vamos a ver qué dice el Supremo; en el caso de que tuviésemos una sentencia distinta haríamos una ley que se acomode a nuestros objetivos, buscaríamos la fórmula de ligar ese aumento a la productividad. P. A raiz de la hepatitis C, un sector de la población criticó la falta de control cuando se compagina sanidad pública y privada. R. Hay que poner muchas cosas en su sitio en cuanto a cumplimiento de horarios, no voy a echar flores a los médicos. Lo que no creo es que se pueda relacionar un episodio tan atípico como la hepatitis C con que los médicos con dos puestos de trabajo descuidan sus quehaceres. Podría haber ocurrido en otro país que tenga a sus médicos al 100% en exclusividad. Estamos ante un caso de mala praxis, ese no es el problema. P. El voto de UV facilitó la creación de una comisión de investigación en las Cortes. R. Creo que, con toda lógica, si empieza a trabajar esa comisión, creada demagógicamente, comenzará por el inicio del brote, en 1994, cuando era consejero el señor Colomer y presidente de la Generalitat el señor Lerma. Si ellos piden mi dimisión, lo que deberían hacer es retirarse de la vida pública para toda la vida, si tuvieran vergüenza torera, y no crear confusión. Si estoy orgulloso de mi tarea al frente de esta conselleria es de haber afrontado con acierto un tema tan difícil y delicado. Fue un acierto crear una comisión de expertos neutrales que nos han dado luz y solución a este problema. Este sería mi mayor éxito; estoy orgulloso del trabajo realizado en tan poco tiempo, en el que hubo que hacer más de 5.000 análisis, determinar genotipos y secuenciaciones, que desde el punto de vista científicio nos ha colocado a un nivel altísimo en el mundo occidental. P. ¿Seguirá en el cargo, pese a las peticiones de dimisión y las sentencias en su contra? R. Tengo que reconocer que la Consejería de Sanidad es muy difícil y no sólo hemos sabido gobernar muy bien nuestras instituciones, puesto que han disminuido las reclamaciones, sino que vamos a explorar con Alzira nuevas fórmulas de gestión de los hospitales, ahí hemos sido muy valientes. Pero en lo que concierne a la oposición y algún medio de comunicación, tengo que resaltar que han intentado por todos los medios el linchamiento, el acoso y la agresión. Han querido terminar conmigo, no lo han conseguido ni lo van a conseguir. Creo que se están equivocando y la única compensación es que mientras se metan conmigo dejan tranquilos a otros consejeros. Lo que no puede ser es que algún medio de comunicación haya pedido mi dimisión 57 veces en tres años, con el objetivo de erosionar un gobierno. Si seguiré, depende del presidente. Yo fui consejero porque me lo pidió Eduardo Zaplana el día antes de formar Gobierno. Volveré a serlo si él me lo pide. He pasado cuatro años dirigiendo la Sanidad y a pesar de lo complicada que es esta consejería y de la caña que me han dado, me siento más feliz que nunca de mi vida política. P. El hospital de Alzira se inauguró sin licencia de apertura y con muchos médicos procedentes de hospitales públicos. ¿No le preocupa que se vayan? R. Lo de la licencia es una anécdota. La dirección de Adeslas ha ido subsanando estos días todos los defectos que le habían encontrado para darle la licenciay que ni afectan a la vida del hospital ni mucho menos a la seguridad de los pacientes y del personal. Me hubiera gustado que abriese con todas las bendiciones, pero me consta que el alcalde no ha hecho más que darnos facilidades y en ningún momento ha puesto problemas. Adeslas hace bien en contratar al mejor personal que ha encontrado, es su obligación hacer que funcione muy bien porque va a prestar asistencia a 230.000 personas y va a ser el foco de atención de la sanidad española. En cuanto a que esto pudiese ir en menoscabo de nuestros propios hospitales, tenemos cubierta la asistencia con gente muy preparada. Alzira abre la puerta a una sanidad competitiva. Es un aliciente que la gente se tenga que superar. En un país que presume de tantas libertades, faltaba la libertad prioritaria: que cuide de nuestra salud quien nosotros queramos. El PP defiende que sean los ciudadanos los que digan "este es mi médico y éste mi hospital". P. Habrá personal laboral y estatutario, con diferentes salarios, y quizá se genere un trato distinto con los pacientes del seguro privado. R. No, porque con un sueldo similar de salida, se va a incentivar a aquel que trabaje más; así funcionan las empresas. Creo que es bueno que la gente se prepare mejor y trabaje más horas. Lo que hay que garantizar a los ciudadanos es un hospital público que los atienda, al margen de si el personal es estatutario, va de siete a diez o acaba a las doce de la noche. Si un médico quiere hacer más operaciones ganará más dinero, y si encima sonríe al paciente y le toca la espalda, estaremos todos encantados. Sería inviable el modelo que hemos inventado si Adeslas pierde dinero. Tres parámetros van a hacer posible que el modelo sea bueno: que los ciudadanos estén contentos con la asistencia, que sea mucho más barato y que la empresa gane dinero, o se irá. ¿O es preferible que no gane dinero y nos cueste un 20% más atender a los ciudadanos? P. Se critica la escasa inversión en la sanidad pública. El único aparato de Resonancia Magnética público está obsoleto. R. No han descendido las inversiones. Se han construido 51 centros de salud y hay 36 en ejecución, lo que supone dos al mes; el hospital de La Plana debe inaugurarse a mediados de mayo y se han hecho importantes ampliaciones en el hospital de Orihuela y en el Centro Integral de Villena. Hoy tenemos TAC en todos los hospitales, pero la gran asignatura pendiente sigue siendo la Resonancia Magnética. Teníamos un convenio de cinco años con Eresa e Inscanner, suscrito por el PSOE y hemos decidido agotarlo. El año que viene todos nuestros hospitales la tendrán. Habrá que optar por la compra, el alquiler o sacarlo a concurso. Yo elijo lo segundo. P. Sus relaciones con los médicos y los farmacéuticos se ha ido enfriando y el gasto farmacéutico sigue disparado. R. Cuando el ministro Romay decretó la reducción del margen de beneficio para las farmacias, fue mal acogido por los colegios farmacéuticos de Valencia y Castellón, y se desengancharon del acuerdo de dispensación de genéricos, lo cual no fue óbice para que la consejería siguiese con su política. Luego vino el debate sobre la Ley de Ordenación de Farmacia, que permite la apertura de cien nuevas farmacias y ellos no quieren. Unido a nuestra decisión de que sea la Administración la que regule la apertura de farmacias, se rompen las relaciones. En cuanto al gasto, excepto en 1993 con el Medicamentazo del PSOE, que se controló, el resto de los años se disparaba por encima del 10%. Nosotros introdujimos los genéricos, hicimos una campaña de contención del gasto y conseguimos ser en 1997 los que menos crecimos, con un 5,17%. En 1998 no superará el 6%. Ahora se han excluido 836 fármacos de 500 pesetas de coste medio, pero se han introducido 600 moléculas nuevas de más de 5.000 pesetas ¿Cómo no va a crecer? Además, si aumentan las consultas, al enfermo se le receta y está el turismo y el tratamiento del sida, que es carísimo. P. ¿Los médicos expedientados por la hepatitis C piensan que hasta que los inspectores no digan lo que quiere la consejería, no se archivará su caso. R. Los dos expedientes disciplinarios que quedan están a merced de lo que digan los inspectores. Se ha reiniciado el trámite por decisión de los servicios jurídicos. Aunque hubo propuesta de archivo, el juez del Juzgado de Instrucción número 5 dice que no. Yo me pregunto, si mañana nos aparece algún caso de hepatitis C en el lapso de tiempo hasta que Maeso [el anestesista imputado en el caso] deja La Fe ¿qué pasa ahí? P. ¿Qué pasó con esa llamada entre el catedrático de Microbiología, García de Lomas y el director general de Salud Pública? R. Francisco Bueno reconoció esa llamada como la de una persona que se interesa personalmente por un asunto paralelo o vinculado al problema, pero no le dijo que se encontraba en presencia de un brote de hepatitis. Le llama y le dice: "Oye, un médico que tiene hepatitis, ¿qué habría que hacer con él". Y Paco dice: "En primer lugar confirma eso y después, si está en un sitio donde puede ocasionar una transmisión, pues naturalmente decidlo, separadle". Y nada más. Yo estaba el día que vino Sor Lucía y el director de la clínica La Salud le dijo a Paco que él lo sabía, y ante la indignación de éste le pidió perdón delante de todos. En estos momentos, mis relaciones con la clínica son cordiales, hemos seguido enviando a pacientes en lista de espera. P. Y a otras clínicas, ¿dónde está el éxito del plan de choque? R. Yo no inventé la palabra plan de choque, era un decreto para reducir la lista de espera. Ya hemos operado a 64.000 personas, todo el Mestalla lleno, con un coste de 6.000 millones; más barato de lo que nos cuesta en nuestros hospitales. El año pasado hicimos un millón de consultas más que en 1995; eso supone intervenciones, y cuanta más gente vemos, más hay que operar. Los quirófanos no los podemos hinchar más. Me pregunto si es mejor que se operen en la privada o estén en sus casas. Quizá fue un error pensar que se acabaría con la lista de espera en tal fecha, lo cierto es que en ese momento desconocíamos el aumento de actividad que íbamos a conseguir.

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