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Los frescos más antiguos

Una ermita fortaleza de Torreblanca (Plana Alta), la de Sant Francesc, custodia un tesoro artístico de gran valor. En ese singular edificio, que data de finales del siglo XIII, han sido restauradas unas pinturas murales que sin duda constituyeron los frescos más antiguos de la Comunidad Valenciana junto a las escena de la Dansa de la Mort de Morella. Estos frescos del gótico tardío, definidos como "la Capilla Sixtina de Castellón", por la directora general de Patrimonio, Carmen Pérez, han estado ocultos durante siglos. El pasado año, al tratar de recuperar unas imágenes barrocas más recientes (fechadas en el siglo XVIII), los técnicos contratados por la Generalitat hallaron que la Dolorosa y el Cristo trazados en el ábside estaban superpuestos sobre un mural mucho más amplio, con similar temática y que data de tres centurias atrás. Los frescos descubiertos, con una policromía característica de su época (S. XVI), representan la crucifixión de Cristo junto a adornos naturalistas. Las pinturas han sido devueltas a su estado original excepto la figura de un centurión que monta un aparatoso caballo y que los restauradores han optado por dejar para la posteridad marcando la silueta de ese jinete para que otras generaciones puedan fácilmente imaginar la composición pictórica completa. Ahora, ya en el año nuevo, los expertos Javier Catalá y Fina Martínez acometerán la reparación de otro mural que también estaba oculto en uno de los laterales del pequeño templo. Ése es el único sobre el que se podrá actuar, ya que el resto de altares fueron pasto de una desafortunada actuación arquitectónica de consolidación de la ermita efectuada años atrás., durante la cual fueron picadas dichas paredes y cubiertas de mortero, con lo que se perdió la posibilidad de conocer el resto de pinturas. Fina Catalá, tras la cata de rastreo, cree que se hallan ante "un descendimiento con dos caras muy definidas". Esta restauradora cree que la capilla formaba un "retablo completo al gusto de la época". El edificio, catalogado como una iglesia de conquista -parecida a otras existentes en poblaciones castellonenses-, permite leer con detenimiento secuencias históricas completas. Las excavaciones dirigidas por el arqueólogo Sergi Selma han posibilitado encontrar la puerta original, datar la construcción de la torre adosada, redescubrir las aspilleras de sus muros y dar con dos enterramientos en sendas zonas distintas del subsuelo de la ermita. El estudio arqueológico explica cómo el tejado se elevó sobre la cubierta plana, edificando una nueva a dos aguas. "Ello obligó a la construcción de tres contrafuertes de piedra y a sellar las almenas que todavía hoy se distinguen fácilmente desde el exterior de la ermita", apunta este historiador castellonense. Esas reformas dejaron un corredor sobre las bóvedas; estos pasadizos conformarán una visita de alto valor didáctico, "supondrán cuando finalice la rehabilitación una magnífica lección práctica de arte: desde la cimentación hasta el tejado", añade Selma. Sucesivas obras van incorporando novedades a la ermita de Sant Francesc, que se supone bajo la advocación inicial de Sant Bertomeu. Así se construye el coro; o una puerta nueva tras el asalto y saqueo de las tropas francesas en 1810. La Guerra Civil y el abandono posterior del edificio provocan un fuerte deterioro y una incipiente ruina, detenida con la declaración de Bien de Interés Cultural a la propia ermita y al calvario que la rodea -el único valenciano que posee esta figura de protección-, y las consiguientes actuaciones públicas sobre esa joya de nuestro patrimonio. El Ayuntamiento de Torreblanca y sus vecinos, muy interesados con los trabajos de restauración, no son ajenos a la importancia de ese testimonio arquitectónico y artístico localizado en su población: "Pretendemos dar una finalidad cultural a Sant Francesc", anuncia su alcalde, Josep Maria Pañella, conocedor de que esos atractivos no son comunes en zonas del litoral. "En el enclave montaremos exposiciones temporales, ofreciendo además un tratamiento museístico".

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