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Grassi recrea en un edificio la idea borgiana de la biblioteca como universo

Nace la Biblioteca de Ciencias Sociales en Valencia

A la mítica Biblioteca de Babel, de Borges, se debe la idea de "la biblioteca como métafora del universo". Pero ha sido la austeridad constructiva del arquitecto Giorgio Grassi la que la ha plasmado en un sobrio edificio de ladrillo rojo superpuesto sobre un zócalo de piedra, que desde ayer alberga la primera biblioteca española especializada en ciencias sociales en la Universidad de Valencia. "Si se fijan, éste es un gran depósito de libros. Es como un castillo, con sus muros y sus baluartes", relató Grassi, mientras recorría con la mirada los 23 metros de altura que se erigen desde el atrio, en la planta principal.

Grassi, considerado el último exponente de la arquitectura racionalista italiana, rompió ayer con su tradicional desapego a los actos y formalismos y voló hasta Valencia para compartir con el equipo valenciano de arquitectos que ha dirigido las obras, con Juan Añón al frente, la inauguración de "un proyecto tan antiguo que comenzó hace ya ocho años". Éste no fue el único gesto de generosidad por parte de Grassi. El arquitecto italiano rompió con otro de sus más firmes preceptos, la sobriedad verbal, y se lanzó a explicar en "un castellano macarrónico" -se disculpó- su particular visión del mundo de las bibliotecas. Un ideario más próximo al universo borgiano que a la frialdad del plano y del tiralíneas.De hecho, en sentido estricto, la primera idea de Grassi sobre la Biblioteca de Ciencias Sociales nació de un dibujo a lápiz. En el resto, para su materialización, el autor sólo se impuso un reto. La austeridad sin más limitaciones que la que viene dada por los propios materiales de construcción empleados: ladrillo rojo y piedra.

"La Casa de los Libros de la Universidad tiene que estar construida con los libros mismos. Y así ha sido", dijo, alzando ligeramente los brazos en arco. "Por ejemplo, desde aquí [sobre la planta principal] se puede apreciar todo el depósito de libros. Todo está a la vista".

Para Grassi, el proyecto ha sido pensado a partir de dos objetivos "sencillos, pero importantes". El primero, de carácter más técnico, es la idea de que "una biblioteca científico-humanista tiene que ser un gran depósito de libros, muy accesible, claramente legible". Ésta fue la primera línea rectora. La segunda, la que confiere cuerpo al proyecto, es la de compaginar la función esencial del edificio -como "custodio de libros"- con la ordenación exterior del recién creado campus de Tarongers, de la Universidad de Valencia.

"Custodiar los libros"

"Por interacción con el resto de edificios del campus, el edificio de la biblioteca tenía que ser el más representativo: aquél que tiene que custodiar los libros, que son, en la práctica, la expresión máxima de lo que se hace en la Universidad, de su saber y de su trayectoria". Y es ahí, en la concepción de proteger al libro del exterior, donde Grassi justifica el aspecto externo de "fortificación", como "un castillo de libros".El edificio, de 26 metros de alzada, está construido sobre un zócalo de piedra de 100 metros por 70 y 4 de altura, y se accede a él por una rampa que se explica porque está rodeado por un foso. Se trata de una solución técnica a imagen y semejanza de una fortificación medieval (en la más pura tradición de la cultura centroeuropea), que permite que el hueco del zócalo sobre el que se alza la biblioteca se convierta en una importante zona de aparcamientos y servicios subterráneos.

El resto es un inmenso atrio, en forma de cubo de 23 metros de altura, en siete plantas con capacidad para 900.000 volúmenes, distribuido en 192 salas de lectura con capacidad para 1.133 usuarios, cabinas individuales para investigación y con casi 700 puntos de conexión a la red telefónica.

En la planta principal, varias terminales, que contienen toda la información bibliográfica catalogada por especialidades [documentación, psicología, filosofía, estadística y política], permiten al usuario identificar en qué área está el libro que busca y dirigirse a él sin intermediarios. Se trata de un espacio donde, como dijo el rector Pedro Ruiz, "la república de las letras" camina de la mano con las nuevas tecnologías.

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