Pasión por los misterios y la formación del universo
"Me fascina que sólo recogiendo fotones del cielo se pueda explicar la evolución del cosmos, la formación de las estrellas y las galaxias, las circunstancias que llevaron al origen de la vida", explica Michael Hilker, que disfruta de una beca posdoctoral en la Universidad Católica de Santiago de Chile. Confiesa que lo suyo fue un precoz amor a primera vista: "Nunca olvidaré una vez que miré el cielo, con cinco años. Desde entonces me emocionan las estrellas y los misterios del universo". Un doctorando en la Universidad de Leeds (Reino Unido), Carlos Álvarez, explica que con la astrofísica se hace una idea "de cómo son los planetas; de si hace frío o calor allí, si son rojos, verdes o azules, grandes o pequeños", y se consuela de "no poder viajar a otros planetas", como soñaba de niño.
Ciencia interdisciplinar
En la práctica, los misterios del universo se resuelven a base de muchas matemáticas, física nuclear, física atómica, mecánica de fluidos o química. "La astrofísica es una ciencia interdisciplinar; para entender lo que estás viendo necesitas conocimientos de muchos campos", explica José Cernicharo, que en 1978 inició su tesis en radioastronomía en el Observatorio de Yebes (Guadalajara). "Cuando me di cuenta de que se podía hacer investigación básica muy interesante, esto se convirtió en una pasión absorbente".Ha cambiado de campo varias veces, lo que le ha exigido renovar conocimientos. Su especialidad actual, la astronomía infrarroja, le ha permitido participar en dos telescopios espaciales y descubrir, por ejemplo, que en el espacio entre las estrellas hay enormes cantidades de vapor de agua (se dedica últimamente a analizar las complejas reacciones químicas que tienen lugar en el medio que rodea las estrellas).
Carlos Martínez también critica la excesiva especialización: "Para alguien que comienza a investigar especialización es lo más duro. Tanto es así, que muchos terminan encerrados en un estrecho nicho de conocimiento". Su receta contra este problema es acudir a las "escuelas internacionales" para jóvenes astrofísicos, en las que su centro, el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), es pionero. "Se intenta seleccionar un tema y traer profesores capaces de revisar la mayor parte del campo y transmitir esa visión global, donde se vean las interrelaciones". El pasado noviembre se celebró la décima edición de la escuela del IAC, que dura dos semanas. Se matricularon estudiantes de doctorado y posdoctorales de 26 países distintos.
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