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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La reforma del IRPF

La nueva tendencia económica, esa que el especialista fiscal F.Bornstein ha llamado el mito del Estado mínimo, que consiste en reducir el tamaño del sector público, privatizar, supeditar la política social a la globalización económica y minimizar las capacidades del Estado cediéndolas al omnímodo poder del dinero, está en el programa del PP, y un buen ejemplo de ello es la reforma del IRPF. Este es el impuesto más importante, en el cual se apoya la economía pública; es decir, su gestión es determinante para los resultados del Estado de bienestar (educación, sanidad, etcétera). La reforma de este impuesto se caracteriza por dos puntos fundamentales y deletéreos para su gestión (desde un punto de vista progresista, claro está, ahí reside la diferencia entre lateralidades).

El primero: hay un reparto desigual del auge económico y una desproporción en las tributaciones. De cada 100 pesetas recaudadas, 80 proceden del trabajo, por la reducida tributación de los rendimientos del capital mobiliario, los altísimos niveles de fraude y la pequeña contribución de las rentas empresariales a los ingresos del erario.

El segundo: la rebaja de impuestos. Sí, aunque parezca una barbaridad. Siempre que nos hablan de bajar impuestos nos alegramos todos, pero, ¿de qué se va a mantener la sanidad y la educación públicas? Partiendo de que la rebaja es mayor para el que más dinero tiene, ya que la reforma ataca el principio de progresividad, ésta es negativa para la financiación de los dos pilares fundamentales, ya citados, del Estado de bienestar: la educación y la sanidad.

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Por todo ello es evidente que es una reforma injusta que favorece esa España que va bien en círculos bancarios y bursátiles, y que los costes de esta reforma los van a pagar los estratos sociales más bajos, tanto a la hora de tributar como a la hora de adquirir servicios sociales, ya que es la mayoría de la población la que soporta la política económica de baja tributación de las rentas de capital.-

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