El abuelo Tintín cumple 70 años

El encabezamiento de la revista Tintín, creada por Hergé (1907-1983), rezaba: "Semanario para jóvenes de 7 a 77". Fiel a esta premisa, el intrépido periodista cumplirá el próximo domingo 70 años con una saludable vitalidad que le ha convertido en un abuelo atípico. Desde su primera aparición en Le Petit Vingtième, suplemento infantil del diario Le XXè Siècle, el 10 de enero de 1929, ha cautivado a cuatro generaciones de lectores, cuyo número crece seducidos por unos valores y atractivos que permanecen vigentes.

Entre la primera viñeta de toda la trayectoria de Tintín, que mostraba el inicio de su viaje a la Unión Soviética, y la última del álbum inconcluso Tintín y el Arte Alfa, cuyos bocetos y guión fueron publicados tras la muerte de Hergé, y en la que aparecía Tintín encañonado y obligado a dirigirse a una muerte segura, Hergé trazó un universo basado en una épica aventurera en cuanto al relato y un sentimiento de justicia y bondad primaria, en los impulsos básicos del personaje. Algo que encajaba perfectamente en el espíritu de boy-scout que marcó sus años de adolescencia. Hergé fue una personalidad compleja. Su mundo hermético controlaba las emociones como correspondía a la educación cargada de valores cerrados y jerárquicos. Con Tintín intentó sacar ese sentimiento oculto, pero no fue un empeño conseguido plenamente. Para mostrar todo su lado humano tuvo que recurrir a los compañeros del protagonista. El capitán Haddock, con toda su retahíla de insultos y su debilidad por el alcohol, demostraba una bondad menos convencional que la del periodista. Con Tornasol, un auténtico sabio en las nubes, y los detectives Hernández y Fernández, que representaban la simpatía de los patanes, Hergé intentaba ampliar el abanico de posibilidades vitales. Con la cantante de ópera Castafiore, Hergé se tomó casi la única licencia con el mundo femenino, al que no quiso incluir en su universo. Un mundo que sí demuestra una clara concesión al sentimiento con su canto a la amistad, como puede comprobarse perfectamente en Tintín en el Tíbet, álbum de una gran poética en el que Tintín se aventura a la búsqueda de su amigo Tchang.

Junto al sabor de la aventura exótica y al canto de los sentimientos de camaradería, la consistencia del éxito de Tintín se debe también al afán de perfeccionismo y la disciplina en el trabajo de Hergé. Muchos de los álbumes fueron redibujados, adaptándose al cada vez más depurado estilo gráfico de Hergé. Incluso los retoques se debieron a la cambiante situación internacional. En Tintín en el país del oro negro los soldados coloniales británicos fueron sustituidos en una nueva versión por fuerzas árabes.

Los 23 álbumes de Tintín no son, sin embargo, lineales. En ellos se pueden detectar los numerosos altibajos de Hergé, que llegó a sufrir profundas depresiones tras la acusación de colaboracionista después de la II Guerra Mundial.

En la obra de Hergé se encuentra tanto la visión de un ultraconservadurismo político en El país de los Soviets como un marcado racismo en Tintín en el Congo. Pero también se muestra un Tintín abanderado de la libertad que luce el signo de la paz en su casco de motorista en Tintín y los pícaros, última historia completa publicada de Tintín.