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Demócratas y republicanos piden a Clinton que anule el discurso sobre el estado de la Unión

Lo único seguro es que, como decía ayer The Washington Post, el de Bill Clinton por el caso Lewinsky será el juicio norteamericano del siglo. El resto, su formato, duración y resultado, seguía ayer en el aire. Cada senador tenía su propia propuesta. El Senado de Estados Unidos empezará a despejar incógnitas a partir de mañana, al reanudar sus sesiones. Pero es posible que la suerte de Clinton siga en el aire el día 19, fecha en que debe pronunciar ante el Congreso su discurso anual sobre el estado de la Unión. Por eso, varios senadores republicanos y demócratas le piden que lo anule o lo aplace.

El discurso sobre el estado de la Unión es una de las citas políticas clave del año en Estados Unidos. Sin embargo, a importantes senadores, incluidos los demócratas Joseph Lieberman y Robert Torricelli, no les parece oportuno que Clinton comparezca ante un Congreso que le está juzgando por perjurio y obstrucción a la justicia. "No es apropiado que el presidente dé cuenta del estado de la Unión mientras sigue procesado, porque el futuro de su Gobierno no está claro", dice Torricelli. Esos senadores recuerdan que, antes de la invención de la televisión, los presidentes solían enviar por escrito al Capitolio ese discurso, lo que, sugieren, debería hacer este año Clinton. Pero el presidente, según la Casa Blanca, no quiere perder la oportunidad de que millones de estadounidenses le vean en la pequeña pantalla detallando ante el Congreso un ambicioso programa político para los dos últimos años de su mandato.

La fórmula de compromiso sobre la que han trabajado en Navidad los líderes republicano y demócrata en el Senado, Trent Lott y Tom Daschle, no deja de ser otra cosa que un globo sonda. Numerosos republicanos conservadores de la Cámara de Representantes y el Senado se han pronunciado ya en su contra. Condenan las prisas de esa propuesta y se pronuncian por que el juicio se desarrolle a lo largo del tiempo necesario para que ambas partes, acusación y defensa, llamen a sus testigos y expongan sus pruebas y argumentos.

Según esa fórmula de compromiso, cuyo borrador redactaron el republicano Slade Gorton y el demócrata Lieberman, el juicio comenzaría a finales de esta semana, no requeriría la presencia de testigos y duraría apenas dos semanas. En un momento dado, los senadores harían una votación a título de ensayo para ver si existe una mayoría de dos tercios a favor de la destitución de Clinton. En el muy probable caso de que no fuera así, el Senado pasaría a discutir y aprobar una resolución de censura contra el presidente. Esa resolución sólo requeriría mayoría simple.

Mientras que la mayoría de los 45 senadores demócratas aceptan esa fórmula, varios de los 55 republicanos la condenan. Según Mike DeWine, John Ashcroft, Arlen Specter, Phil Gramm y Kay Bailey Hutchison, sería "un grave error" que el Senado no cumpliera su obligación constitucional de celebrar "hasta el fin" el encargo de juzgar a Clinton que le ha transmitido la Cámara de Representantes. Gramm propone incluso que Clinton comparezca como testigo ante el Senado.

La Casa Blanca seguía ayer insistiendo en que Clinton no aceptará haber cometido perjurio a cambio de que el Senado se limite a censurarle. Pero, según Lanny Davis, uno de los abogados del presidente, sí que está dispuesto a reconocer que sus declaraciones bajo juramento sobre el caso Lewinsky fueron "evasivas y engañosas".

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Todas las espadas están, pues, en alto a un día de que las dos Cámaras del Congreso surgidas de las elecciones del pasado noviembre se constituyan oficialmente. Y aunque el ánimo de muchos legisladores coincide con el de la opinión pública en el sentido de querer evitar que el juicio paralice al país durante semanas, también se inclina por castigar a Clinton de algún modo. "Aquí no sirve ningún tipo de indulgencia papal", dice el senador demócrata Joseph Biden. "Ese tipo ", añade, "está ya condenado para la historia por los actos que ha cometido". La historia retendrá de la presidencia de Clinton que fue el segundo titular de la Casa Blanca en ser procesado para su destitución, pero ahora queda por ver con qué tipo de rejón saldrá de su juicio en el Senado. El camino está sembrado de minas para Clinton. El congresista republicano Tom DeLay, que fue su martillo en la Cámara de Representantes, pide a los senadores que no se apresuren a cerrar el caso Lewinsky hasta haber visto el material, todavía secreto, custodiado en una dependencia de la Cámara baja. Y la prensa sensacionalista ha comenzado el año con nuevas supuestas revelaciones sobre la sexualidad del presidente.

Según adelantó el columnista chismoso de Internet Matt Drudge y ha publicado The New York Post, Danny Williams, un mulato de 13 años de Arkansas, se ha sometido a una prueba de ADN para intentar confirmar si es cierto lo que siempre le ha contado su madre: que Clinton es su progenitor. El rumor de que Clinton había tenido un hijo ilegítimo con una joven afroamericana de Arkansas ya fue recogido en la novela y la película Colores primarios.

Clinton presentó ayer en la Casa Blanca un programa de varios miles de millones de dólares de apoyo a los discapacitados permanentes y a las familias que los atienden. Durante el acto evitó en todo momento referirse al juicio que enfrentará en unos días.

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