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Maazel dirige por décima vez el concierto de Año Nuevo de Viena

Austria celebra el centenario de Strauss, hijo

Con un repertorio de valses, polcas y marchas de Johann Strauss, padre e hijo, la Filarmónica de Viena, bajo la dirección de Lorin Maazel (por décima vez en el podio), presentó el último Concierto de Año Nuevo de este siglo. Gracias a la retransmisión en vivo a través de 40 estaciones de radio y televisión, millones de personas pudieron escuchar a los filarmónicos vieneses y ver las bromas del director de orquesta con los platillos y el tambor.

Año tras año vuelve a ser éste el concierto más escuchado y más visto del mundo. Este ritual, celebrado por 40ª vez, estuvo dedicado ayer a la apertura del año de conmemoración de los dos tocayos: Johann Strauss, hijo, murió hace un siglo, y su padre, hace 150 años. "El primer hit del mundo fue el vals del Danubio Azul, y la opereta más conocida es El murciélago", escribe Anton Mayer, autor de una de las biografías que se están publicando en Viena con motivo del año conmemorativo. Se refiere a Johann Strauss, hijo, y el título de su obra es significativo: Johann Strauss, el ídolo pop del siglo XIX. Hay quienes consideran, precisamente, que resulta contradictorio que los muy clásicos intérpretes de Viena se dediquen a un género tan trivial como el vals. Esta amalgama es la publicidad más eficaz de Austria en el exterior. Como promoción turística, ya es vieja costumbre mostrar los idílicos paisajes austriacos en los entremeses de ballet intercalados en la retransmisión del concierto. Ayer, el escenario fue el Danubio, en honor de Johann Strauss. Filmados previamente, los bailarines se desplazaron a lo largo del río, entre colinas, ruinas medievales y otros monumentos que forman parte de las giras turísticas.También se pudo ver, en una coreografía del estadounidense John Neumeier, la interpretación en ballet del Vals del Danubio Azul, retransmitida simultáneamente desde el suntuoso salón del Ministerio de Finanzas austriaco. Quizás en honor al euro.

Compenetración

Lorin Maazel, que dirigió por décima vez el Concierto de Año Nuevo, considera que los valses no son, de ninguna manera, un género popular. "Cuanto más me compenetro con las obras de Strauss, más me parecen un auténtico reto", dijo el músico norteamericano, oriundo de Francia. Los filarmónicos vieneses son conscientes de que han logrado alzar el nivel de esta música bailable desde que, a partir de 1980, delegaron la dirección del Concierto de Año Nuevo a músicos de gran fama mundial: Lorin Maazel, Herbert von Karajan, Claudio Abbado, Carlos Kleiber y Zubin Mehta. Hasta entonces, el gran evento del año había sido exclusividad de directores austriacos. Desde el primer concierto, en 1939, de Clemens Krauss, y a partir de 1949, durante 25 años, de Willy Boskovsky.

En un principio, la Orquesta Filarmónica de Viena despreciaba los valses. Curiosamente, fue gracias a la intermediación de China que, en 1873, los intérpretes clásicos se sometieron por primera vez a la batuta de Johann Strauss (hijo) en persona. Ocurrió en una celebración organizada por el comité chino de la Exposición Mundial de Viena. En aquel entonces, un famoso crítico de música comentó: "En realidad es triste que los chinos tengan que dar un concierto para que en Viena podamos escuchar por primera vez música de Lanner y de Johann Strauss" . Pero no hubo continuidad. Tuvieron que pasar más de dos decenios antes de que Strauss volviera a dirigir la selecta orquesta, el 22 de mayo de 1899. Le quedaban pocos días de vida. Murió el 3 de junio del mismo año.

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