El misterio Fabra
Cincuenta años no han sido suficientes para resolver algunos de los misterios que rodean la obra de Pompeu Fabra, fallecido el día de Navidad de 1948. ¿Qué se hizo de la Catalan Grammar que escribió en el exilio de Prada de Conflent? ¿Qué propuestas de su póstuma Gramàtica catalana de 1956 no son de él, sino de Joan Coromines o el Institut dEstudis Catalans (IEC)? ¿Dónde fueron a parar las listas de correcciones de su Diccionari que remitió al IEC, la mayoría desatendidas? O cuestiones científicas claves, insuficientemente estudiadas, sobre su formación de lingüista, por ejemplo, o la evolución de su criterio normativo durante el exilio. La gramática catalana en inglés fue una de sus últimas ocupaciones. En una carta a Josep Pous i Pagès de enero de 1944, que acaba de publicar la revista Els Marges, el lingüista comunica su intención de reemprender la obra, interrumpida durante dos meses. "La acabó", dicen ahora Joan i Josep Ferrer, lingüistas de la Fundació Pere Coromines, conservadora del archivo personal de Joan Coromines. "En una carta a Coromines le da la noticia. Le describe el libro, escrito a mano, los capítulos y la numeración de las páginas". La carta aparecerá publicada en el libro Pompeu Fabra i Joan Coromines. La correspondència dels anys de l"exili, que la fundación editará el mes próximo. Pero el epistolario constata el drama: que el manuscrito se perdió. Ferran Rahola, yerno de Fabra y editor de Teide, contesta a Coromines, interesado por el manuscrito, que no lo localizó entre los papeles personales y que sólo encontró esbozos. El epistolario Fabra-Corominas, preparado por Joan Ferrer, Josep Ferrer y Joan Pujadas, esconde una grata sorpresa, en apéndice, la lista de modificaciones de su Diccionari, copiada por Coromines, pero se continuará desconociendo la suerte de la lista original. "En el IEC no nos han sabido dar razón alguna", dice Josep Ferrer. Son dos listas que modifican formas de palabras y definiciones de unas 600 entradas. El lector del Diccionari etimològic de Coromines sabe que la mayoría de las indicaciones de Fabra fueron desoídas, a pesar de que muchas de ellas rectificaban definiciones erróneas. La lista original, si aún existe, tampoco fue tenida en cuenta en el Diccionari del IEC. En unas notas personales, que el libro reproducirá, Coromines critica que el secretario del IEC, Ramon Aramon, modificara, de forma defectuosa o incompleta, definiciones de Fabra. El gran misterio fabriano sobre la modificación de su obra gramatical es el papel que su admirado colega Joan Coromines, por una parte, y el IEC, por la otra, como supervisor del texto, tuvieron en la edición de su gramática póstuma. En el exilio, Fabra modificó algunos aspectos de su normativa. Hizo un estudio revisionista del uso del guión en las palabras compuestas donde acaba dejando libertad al escritor. Este estudio se conserva en el archivo Coromines y se incluirá en el libro del epistolario. El único catalán de la historia que consiguió acabar la empresa que se había propuesto, como dijo Pla, tiene una posteridad llena de dificultades insalvables.
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