Alemania analiza el pasado nazi de Leni Riefenstahl en la primera muestra de su obra
La exposición dedicada a la fotógrafa y directora de cine se exhibe en Potsdam
Leni Riefenstahl es la más discutida fotógrafa y directora de cine en Alemania. Una pionera de la pantalla al nivel de Serguéi Eisenstein para unos y una propagandista del régimen nazi para los otros. En la ciudad alemana de Potsdam se inauguró a principios de este mes la primera muestra monográfica con las obras de una mujer que alcanzó la fama internacional hace más de 60 años, rompiendo así el silencio al que la relegó la sociedad alemana de la posguerra. La muestra es ya un éxito y ha abierto el debate sobre esta polémica mujer de 96 años, que prefirió no asistir a la inauguración.
Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín: un saltador de altura alza sus brazos y se separa de la torre. La cámara, situada en un foso por debajo de la misma, sigue con retardo su salto hacia el vacío. Por unos momentos, sólo se le ve al atleta volando ante un cielo despejado y casi se cree ver a un pájaro.La creadora de estas imágenes, Leni Riefenstahl, nació en 1902 en Berlín, fue bailarina solista con 21 años, estrella de cine con 24, directora de cine con 29 y a los 34 años se encontraba en la cima de su fama. Hitler ya se había sentido seducido por Leni Riefenstahl cuando la vio bailar en la película La montaña sagrada en 1926. Pero su primer encuentro no fue hasta 1933, el año de la toma del poder por el partido nazi. En aquel entonces, Riefenstahl ya era una directora de cine reconocida tras el éxito de su debú con el largometraje La luz azul el año anterior. La joven estrella del cine alemán, que hasta ese momento no había demostrado inclinación por la política, queda magnetizada por Hitler. El Führer le encarga un documental sobre el congreso del partido nazi en Núremberg y pone a su disposición todos los recursos necesarios.
Propaganda perfecta
El triunfo de la voluntad, de 1934, es considerado por los expertos como la más perfecta película de propaganda realizada jamás. Las imágenes son tan poderosas que ni siquiera necesitan una voz en off, algo bastante insólito para un filme de este tipo y una de las razones por las que Riefenstahl siempre se negó a calificarla como obra propagandística sino como documental. Sea como fuere, Hitler y Goebbels quedan entusiasmados. El siguiente encargo para Riefenstahl, que nunca se afilió al partido nazi, significaría la cúspide en la carrera de la joven directora de cine: los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín.Riefenstahl dirigió durante cuatro semanas a 45 cámaras y grabó 800.000 metros de celuloide, suficiente para una película de 500 horas. Después de casi dos años de montaje, el 20 de abril de 1938 (el cumpleaños de Hitler) se presentan las dos partes, Fiesta de los pueblos y Fiesta de la belleza, a un público enardecido y comienza la marcha triunfal por los festivales internacionales. La cuidadosa composición de las imágenes, el juego de luz y sombra y la técnica de montaje empleados por Riefenstahl marcan un punto de referencia en la historia cinematográfica. Pero también crea un himno a la belleza del cuerpo humano y a la gloria de la fuerza física.
Durante la guerra no pudo finalizar otros proyectos. Después pasó cuatro años en prisiones francesas por colaborar con el régimen nazi. Puesta en libertad, finalizó con muchas dificultades su largometraje Tierra profunda, estrenado en 1954 e ignorado por el público y la crítica. Se dedica a tomar fotografías para diversas revistas y periódicos. En los años setenta descubre en el sur del Sudán a la tribu de los nuba y emprende una serie de trabajos fotográficos resaltando su belleza natural.
Se publican dos libros de esa serie, Los últimos de los nuba y La gente de Kau, que provocan una de las críticas más feroces por parte de la filósofa norteamericana Susan Sontag en su ensayo Fascismo fascinante (1974). En él denuncia la continuidad entre el culto nazi a una raza superior y poderosa en El triunfo de la voluntad y el carácter igualmente fascista de las imágenes de Riefenstahl de los naturales africanos, una raza juzgada inferior por los nazis.
A los 71 años, Riefenstahl descubre su pasión por el submarinismo y la fotografía bajo el agua. Consigue sacarse el carné de buceo restándose 20 años de edad. En la muestra de Potsdam también se pueden observar estos últimos trabajos. "Con esta muestra queremos por fin abrir la puerta a una discusión objetiva sobre la obra y la persona de Leni Riefenstahl", declara Bärbel Dalichow, directora del museo cinematográfico. "No queremos huir de las confrontaciones".
La exposición, abierta hasta el 28 de febrero, está ordenada en cinco partes. En la primera se muestran las cuatro principales películas que Riefenstahl firmó como directora y productora: La luz azul (1932), El triunfo de la voluntad (1934), Olimpia (1938), y Tierra profunda (1940-54).
A ello sigue una selección de las fotos realizadas en los años setenta a la tribu de los nuba. Otra se dedica a su fotografía submarina y refleja su última pasión por un mundo sin ideologías ni pasado. En la última parte se proyecta el premiado retrato biográfico de Leni Riefenstahl El poder de la imagen, por Ray Müller, realizado en 1993. Un filme que incluye largos pasajes de entrevistas con Leni Riefenstahl y que no deja dudas sobre la contradictoria ambigüedad de su carácter. En las paredes exteriores de las casetas se muestran fotos de la bailarina y actriz Leni Riefenstahl y cartas de Jean Cocteau, Rainer Werner Fassbinder o Albert Speer.
La muestra exhibida en Potsdam no trata de acusar o glorificar a Riefenstahl. Predominan los puros hechos biográficos, imágenes, documentos y cartas. Aunque la muestra de Potsdam se realizó en estrecha colaboración con Riefenstahl, ella prefirió rehusar en el último momento su presencia en la inauguración de la exposición, aludiendo a una mezcla entre enfermedad y malestar, según la dirección del museo.
La muestra es ya un éxito rotundo. Por lo menos en cifras de visitantes. Ha sido visitada por 4.000 personas en las primeras dos semanas y se ha agotado la primera edición de mil catálogos. El mito de la única mujer con pantalones en la cúpula de poder de los nazis parece despertar la curiosidad de los alemanes después de 50 años de silencio.
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