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TREGUA EN EL GOLFO

"Quiero mis piernas"

"Quiero mis piernas y quiero volver a andar. Todo sucedió en un momento. Fue como una gran bola de fuego blanco. Se acercó hacia donde estábamos acompañada de un estruendo ensordecedor. Entonces sentí como una sensación tibia en mis piernas. Miré hacia abajo y me di cuenta de que sangraba. Estaba herida. Mi padre cayó a mi lado. Los vecinos me trajeron en su coche particular hasta donde estaba el médico". Asma Hamed sólo tiene 15 años, es estudiante, la mayor de cuatro hermanos en una familia en la que el padre trabaja en "arreglar cosas por ahí". Es decir, que es un candidato permanente al paro en una ciudad, Bagdad, castigada por una crisis económica permanente.Ella resultó herida en la segunda noche del ataque, hacia las cuatro de la madrugada, cuando trataba de salir de su casa tras escuchar el zumbido amenazador de un misil estadounidense que se acercaba hacia el tejadode su casa. No le dio tiempo a evitar el impacto.

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"He salvado mi vida. Esto ya es mucho. Espero salvar también las piernas, aunque estén llenas de metralla", añade la muchacha mientras ordena a su madre que levante una manta y unas sábanas sucias, manchadas de sangre, y que deje su cuerpo herido al descubierto, para que se vean las cicatrices, orgullosa de sus heridas de guerra.

El único consuelo de Asma es que el Corán le permite interrumpir el ayuno de este mes sagrado del Ramadán, ya que el profeta dijo de manera clara que sólo tienen que dejar de comer las personas que están sanas y de ninguna manera los niños o los heridos.

Esta niña se ha convertido en pocas horas en una heroína local. Mañana volverá de nuevo a su colegio, en el barrio de Amal. Sus piernas la sostendrán de nuevo; sólo guardará el recuerdo "gracias" a unas cicatrices.

Lo mismo sucede a su alrededor, donde las brigadas municipales se aprestan a esconder los daños causados por los misiles, cerrando agujeros, llenándolos de tierra como si allí no hubiera pasado nada. Todo tiene que seguir "igual".

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