El lingüista Fishman, partidario de aplicar sanciones para defender una lengua
"La cultura de la sanción también sirve para las políticas lingüísticas". El norteamericano Joshua Fishman, uno de los más reconocidos expertos del mundo en sociolingüística y bilingüismo, se mostró partidario de establecer legislaciones sancionadoras con el objetivo de defender una lengua respecto a otra mucho más fuerte en un mismo territorio. Fishman, profesor de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), clausuró la pasada semana en Tarragona, en la Universidad Rovira i Virgili, un coloquio internacional sobre la figura de Pompeu Fabra.
Joshua Fishman, de 72 años, está considerado uno de los sociolingüistas de más renombre internacional y es uno de los investigadores que más han contribuido a definir y precisar conceptos tan importante como diglosia, lealtad y actitud lingüística o cambio de código. Es autor de más de una veintena de libros sobre sociedades bilingües y ha investigado y trabajado en un total de 18 congresos internacionales de idiomas. El lingüista norteamericano aseguró en Tarragona que la sociedad actual vive inmersa en un mundo donde predomina lo que él denomina "cultura de la sanción", donde se penalizan determinados comportamientos personales y colectivos "por ejemplo", señaló Fishman, "en violaciones en el ámbito educativo, industrial, comercial o agrícola". "La cultura de la sanción", añadió Fishman, "es globalizadora en todos los campos, por lo tanto también se pueden dar sanciones lingüísticas". Aunque precisó que lo preferible es tener a "todos contentos", Joshua Fishman destacó que cuando en una sociedad existen grupos políticamente organizados -eufemismo que el lingüista utilizó como sinónimo de gobiernos-, no pueden obviarse políticas sancionadoras. En cambio, matizó "con Fabra o Alcover las políticas lingüísticas se hicieron a base de una aceptación voluntaria por parte de la sociedad". "Franco", ironizó Fishman, "no tenía una política diferente respecto a las sanciones lingüísticas de la que tenía en otros campos. La Generalitat también tiene sanciones lingüísticas, pero también otras que afectan a diferentes áreas". Fishman aseguró que en las sociedades bilingües no se puede hablar de dominación de una lengua respecto de otra cuando la comunidad acepta para cada una de ellas unas funciones determinadas. "Un idioma puede ser fuerte en unas situaciones, pero débil en otras", comentó el investigador. Sin embargo, a su juicio, los conflictos lingüísticos se originan cuando algún grupo no acepta esta división de papeles. "Entonces, estos grupos se organizan políticamente para cambiar esta coyuntura". Activistas El investigador afirmó que todos los movimientos políticos nacionalistas siempre han tenido activistas lingüísticos que defendían un determinado idioma y puso como ejemplo de ello al mismo Pompeu Fabra. Sin embargo, el profesor Joshua Fishman precisó que la situación lingüística que había en Cataluña en el año 1906 no es comparable a la actual porque, a su entender, cuando se celebró el primer congreso internacional de la lengua catalana el principal objetivo era concienciar a la gente para que se emprendiesen acciones concretas en defensa del catalán. "Esta situación ahora no existe", afirmó Fishman, "pero siempre habrá una lengua con mayor influencia que otras, unas más importantes que impactan sobre las lenguas minoritarias". Por ejemplo, señaló el papel de la lengua inglesa respecto de la española, y de ésta respecto de la catalana. Pero el profesor fue más allá al asegurar: "Lo mismo sucede con algunos valencianos, que también se preocupan por el impacto del catalán". Para el lingüista norteamericano, la convocatoria de un congreso sobre una determinada lengua no es sinónimo de que se encuentre en franca decadencia o en peligro, sino señal de que ha experimentado unos problemas provocados por otro idioma de trasfondo, a veces mucho más fuerte. "A finales de los años ochenta el Gobierno polaco convocó un congreso sobre la lengua porque el movimiento sindicalista, por ejemplo Solidaridad, no utilizaba la nomenclatura soviética y socialista que el régimen político había impuesto", aseguró Joshua Fishman.
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