El PSPV denuncia el "maquillaje" de los datos que ofrece Farnós sobre listas de espera El registro deja de contabilizar pacientes cuando les ofrece una opción concertada
Joaquín Farnós, consejero de Sanidad, aseguró el viernes que las listas de espera se han reducido en un 76% desde que accedió al cargo. La secretaría de Salud del PSPV contestó ayer con una comparación entre los datos de una auditoría externa elaborada en diciembre de 1994 y los datos oficiales de la consejería y la Diputación de Valencia. Pero los socialistas inciden sobre todo en las técnicas de maquillaje de datos que utiliza Sanidad que incluyen listados paralelos en los que sólo se contabilizan los pacientes que están más de 90 días en espera de intervención.
El PSPV estima que el plazo de 90 días de espera para contabilizar a los pacientes reduce las listas en un 30%. En segundo lugar, las intervenciones que sólo requieren anestesia local no son siquiera consideradas. Y, en tercer lugar, las listas se elaboran por pacientes, no por procesos sanitarios, de modo que un paciente operado de cataratas en un ojo es dado de baja aunque tenga pendiente la intervención en el otro. Los registros se han duplicado, según el PSPV, de modo que existe una contabilidad real que se mantiene para poder afrontar posibles reclamaciones de los pacientes afectados, y una segunda contabilidad oficial, que es la que se remite a los servicios centrales de la Consejería de Sanidad debidamente maquillada. Un sistema de maquillaje consiste en lo que los socialistas denominan efecto lavadora. La táctica consiste en dar de baja automáticamente a los pacientes registrados en listas de espera cuando se les remite una carta para ofrecerles ser operados en una clínica concertada. El efecto tiene tres vertientes que se ajustan a las vueltas que siguen los expedientes de los enfermos para conveniencia de las estadísticas oficiales. El paciente queda anulado pendiente de su contestación. Si contesta afirmativamente, queda registrado en la lista de espera de la clínica privada correspondiente. Si rechaza la opción, vuelve a ser incluido en la lista de espera oficial pero con la fecha correspondiente a su respuesta, hecho que aplaza tres meses su presencia efectiva. Los pacientes que optan por las clínicas privadas son incluidos en un registro que manejan las clínicas privadas, pero que no se activa hasta que los enfermos son citados por primera vez. El proceso interno para decidir a qué clínica se envía al paciente en función de su patología y la capacidad de las instalaciones consume una media de tres meses, durante los cuales los enfermos no constan como registrados en los servicios centrales de Sanidad. Las listas de espera quirúrgicas se reducen, además, al no incluir a los enfermos pendientes de consultas externas, que no son registrados hasta ser efectivamente diagnosticados en los correspondientes centros de especialidades. El PSPV denuncia que el cúmulo de artificios que utilizan los responsables de Sanidad hace imposible conocer la realidad. Sugieren un sistema de control ciudadano de las listas de espera en el que puedan participar diversos agentes sociales y exigen un registro completo de todas las listas de espera paralelas -de pacientes pendientes de intervención quirúrgica, médica, o diagnóstico- que refleje la realidad de la gestión sanitaria desempeñada por Joaquín Farnós.
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